Febrero de 1934.  Cruz de Caravaca. Fotografía número1. Antonio Álvarez, Juez Especial. Secretario Judicial, Eduardo López de Haro. Avisadores, Teresa Ramírez Alonso. Idelfonso Ramirez Alonso. Policía, Joaquín Valverde Garrido, Manuel Ros Perol, Gregorio Sánchez, Juan Francisco Ramos. Huellas dactilares, Rafael Martín Cabanillas, Tomás Magallón Antón. Castillo de la Santa Cruz. Caravaca. Murcia. Juzgado de Primera Instancia e Instrucción nº 1.

 

Noviembre de 1967. Viaje a Argel. Juan Hidalgo. ZAJ.  Coordinación, Rafael Pérez. Tipografía, Composición, Francisco García, Alberto Pascual, Miguel Ángel García, Félix Muñoz. Offset, Montaje, Walter Marchetti.  Estampación, Martin Marín, Isaac Castrillo. Fotomecánica Rolfug. Encuadernación Vda. De Guijarro. Papel S. Torras Domenech. S.A. Confeccionado en los talleres Artes Gráficas Luis Perez, Calle San Bernardo, 62, Madrid. Depósito legal: M. 19.906-1967.

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Deslumbrados, la policía actuó con dudas y ceguera cierta.

 

La gendarmería argelina controla las luces de los coches.

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Tras la noche del Martes de Carnaval, cuando parecía que habían actuado los ladrones, llegaron las primeras noticias del robo de la Cruz en Caravaca. La Guardia Civil, por encargo del Juzgado de Instrucción se hizo cargo del asunto, comenzando de inmediato las averiguaciones, y los comentarios e interpretaciones fueron, como cabe suponer, de los más variopintos. Desde el primer momento nadie creyó la pantomima que se montó, con una cuerda de poco grosor que no aguantaría el peso de una persona trepando por la muralla. El boquete (37 cm. de ancho y 59 de alto)  por donde no cabía una persona, practicado en la citada puerta de San Lázaro; herramientas junto al boquete, que no eran las adecuadas para llevarlo a cabo, y un desguace del sagrario que para nada hacía suponer haber sido violentado.

 

A su regreso a Madrid, Hidalgo decidió componer su libro como una obra coral partiendo de los siguientes elementos-voces: 1. Versículos del paraíso del Corán, voz conductora que permanece a los largo del libro. “. Texto propio, voz que se agota y se visualiza a partir de la página 395 al sustituirla por signos que él mismo escoge en la imprenta durante el montaje. 3. Texto de José Luis Castillejo [1], voz que concluye en la página 195, siendo ocupado su espacio a partir de aquí por la frase “Para todos”. 4. Texto de Ilse castillejo, voz en anillo repetitivo, sólo escribe doce frases que se repiten cíclicamente. 5. Fotos troceadas del concierto en la residencia de los Castillejo, doce cuadrados por foto. 6. Letras árabes. 7. Documentos: cartas, anuncios, pintadas, acciones…

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El pequeño grupo de hombes en cuestión se llevaron la Reliquia por la puerta de la Iglesia o la que da acceso al claustro. Sin necesidad de romper sagrario o puerta alguna, y sin tener que escalar y descender después por la muralla norte del edificio. Tanto la débil cuerda que al día siguiente encontró la Guardia Civil, que ni siquiera llegaba al suelo sino que acababa tres metros por encima de aquel, como el boquete practicado en la Puerta de San Lázaro, como el forzado del sagrario del altar mayor fueron, como desde el principio se pensó, una pantomima para distraer la atención.

 

Hidalgo emprendió su viaje a Argel invitado por José Luis Castillejo, a finales de junio, llevándose en su equipaje un ejemplar del Corán y tres cuadernos. A su llegada a la capital argelina, le entregó un cuaderno a José Luis Castillejo y otro a su esposa, Ilse, indicándoles que durante su estancia, que se prolongó durante los meses de julio y agosto, escribieran en ellos lo que quisieran. El 21 de julio, Hidalgo junto a Castillejo interpretó en casa de éste y ante miembros del cuerpo diplomático acreditado en la ciudad la obra Música vacante para un piano vacante.

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Fue objeto de profanación y destrucción definitiva en una Logia Masónica, en España o bien en México.

 

No sale nada para el Symposium de la Destrucción del Arte.

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La Guerra Civil estalló en 1936, dos años después, ya nadie se ocupó de la Cruz. Hasta los más interesados en su recuperación piensan que es mejor su desaparición que el haber sido pasta de las llamas como sucedió con tantas imágenes en toda la superficie de la geografía nacional.

 

Juan Hidalgo presentó en la galería Seiquer de Madrid su libro Viaje a Argel el 13 de diciembre de 1967, en la tarjeta de invitación se podía leer lo siguiente: “502 páginas 502 experiencias no se pierdan este nuevo capítulo de las mil y una noches”.

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Cruz de Caravaca.

 

Huesos de santo.

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Aquella, la preciada reliquia, fue a parar a la Nunciatura Apostólica en Madrid, y en valija diplomática fue a parar a Roma. Y éste, el relicario, fue lo que en la rueda de repuesto del coche de Juan Antonio Méndez, se traslado Madrid, desde allí hasta México donde sería destruido en una de sus logias.

 

El viaje y las acciones que le acompañaron tenían el apoyo del cuerpo diplomático –Castillejo era funcionario de la embajada española en Argel– y su radicalidad puede ser cuestionada, esa débil oposición al franquismo era más bien un adorno, un gesto vacío.

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Abrasados por el carácter sobrenatural de lo robado, ¡se cagaron de miedo!, Sr. Guirao.

 

Fuego en Madrid, ¡Madrileño! Aporta tu meada. Sr. Hidalgo.

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En los sucesos que rodean el  robo de la Cruz de Caravaca, al menos de la Santa Reliquia, están presentes todos los maestros del género: Edgar Allan Poe [2] y Sir Arthur Conan Doyle [3], el Wilkie Collins de Piedra Lunar y el Henry James de Otra vuelta de tuerca, y por supuesto, El candor del Padre Brown de G. K. Chesterton con sus sagaces averiguaciones.

 

En Viaje a Argel están presentes todos los recursos vanguardistas. Espacios en blanco, ruptura del espacio tipográfico, azar, silencio y apropiacionismo. Mallarmé [4], Marinetti [5], Tzara [6], Cage [7] y Debord [8] se entrecruzan por sus páginas dando lugar a uno de los “libros de artista” más interesantes de la vanguardia.

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Y de este valiosísimo estuche de oro y plata cincelada, adornado con muchas piedras preciosas, se llevaron la preciada reliquia. No ha obedecido a fines lucrativos el robo, según parece.

 

Por donde corren los arroyos adornado con brazaletes ricos, vestido con ropajes verdes en un lecho el jardín, los jardines collares de perlas y oro y túnicas de seda, perlas escondidas.

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La violencia desatada habría actuado como truco de magia escapista, más bien, como en La carta robada de Poe, estaba ahí, encima de la mesa, y nadie la veía registrando los cajones más ocultos de la estancia. La violación de una monja las ocultaba el robo de la cruz de Caravaca, la persecución de los católicos se disipaba en debates sobre si debían salir o no las procesiones.

 

Los lugares. Sobre una mesa de mármol larga colocar una caja de cartón conteniendo varias docenas de pollitos de ambos sexos y un buen cuchillo de cocina. Rápidamente la mano izquierda sacará de la caja pollo tras polla, polla tras pollo, mientras que la derecha con el cuchillo, les cortará el cuello y arrojará las cabezas sobre el público. Madrid, 1966.

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La propia Iglesia preparó el robo de la Cruz para salvarla de la barbarie que se avecinaba.

 

Siempre la violación comprende tácitamente el consentimiento de lo violado.

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En Vallecas son apaleados en día 5, domingo, los fieles de uno y otro sexo que salían de oír misa en la iglesia parroquial. Unos ladrones sacrílegos roban la Cruz de Caravaca, que se veneraba en la ciudad de este nombre. La reliquia databa del siglo XIII y era guardada en una caja de oro y pedrería. En La Coruña, estalla una bomba en casa de un contratista de obras, gravemente enfermo, que fallece a consecuencia de la impresión; y en Oviedo, un operario de la Fábrica Nacional de Armas apuñala a un capitán de artillería que le había hecho indicaciones sobre su trabajo.

 

En distintos momentos del 12 de agosto hago caer mi orina, me sueno con los dedos y hago caer mis mocos, hago caer mis excrementos, hago caer mi cuerpo sobre la arena de una playa del departamento de Argel, hago caer de mi frente y mis axilas algunas gotas de sudor, me provoca el lagrimeo y hago caer unas lágrimas, toso y hago caer un esputo, hago caer mi saliva, hago caer mi semen, hago caer mi monotonía. En todos estos momentos del 12 de agosto no necesitaba dejar caer nada para realizar el poema de Chieko Shiomi, ¿y mi intención de caer? Juan Hidalgo, Argel, 12 de agosto de 1966.