TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

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PEDRO G. ROMERO

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Un canario más

Primer semestre de 1937. “Pinatar” por “San Pedro de Pinatar”. Emisión de billetes por valor de 1 peseta en la Salinera Española. El Consejo Municipal había decidido excluir el apodo religioso del nombre del pueblo. Durante la guerra civil la empresa Salinera Española estuvo auto gestionada por los propios trabajadores; pero al finalizar la contienda recuperó su anterior propietario, encargado de eliminar el valor dinerario de los billetes. Museo Arqueológico Etnográfico de San Pedro de Pinatar. Vale por 1 peseta. Cartón blanco y cartón marrón. San Pedro de Pinatar. Murcia.

 

Primer semestre de 1988. “Un canario más”. Acción fotográfica serie “Un/Una,… más”. También “Un Gran Canario”, de 2003, virado a rojo, de la serie “Testimonios” en díptico con “Un accidente más”: la imagen del escritor canario Benito Pérez Galdós en billetes de 1000 pesetas se enfrenta al retrato de Juan Hidalgo con un ojo morado. En 1987 recibe el Premio Canarias 1987 de Bellas Artes e Interpretación por toda su obra. Colección Gobierno de Canarias. Fotografía de Javier Campano. 7 ejemplares numerados y firmados y 2 pruebas de autor. Cibachrome color. Islas Canarias.

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Entre los municipios que rompieron con el pasado quitando de sus topónimos palabras vinculadas a la iglesia o a la monarquía proclamaron el cambio a través de la moneda estaba Pinatar. También empresas colectivizadas y sindicatos o cuerpos de ejército, es el caso de la Salinera. Sin embargo, no siempre hubo razones políticas tras la emisión de moneda; incluso ayuntamientos con un centenar de habitantes tuvieron sus billetes por orgullo localista, por imitación o competencia con pueblos vecinos, por rivalidades festivas o competencias afectivas. Del mismo modo que se legislaba sobre el matrimonio o el divorcio, se emitían monedas. Alguna vez, incluso, se usaron pliegos o cartones impresos. También fue señal para pequeños colectivos de comerciantes o cooperativas de trabajadores. En Pinatar, la empresa colectivizada Salinera Española lo hizo sobre simple cartón, redundantemente, al equiparar –sin quererlo– su “sal” con su propio “salario”. La actuación fue una iniciativa de la asociación sindical de Trabajadores de la Sal, La Realidad.

 

La evocación del viaje, es una manera de impeler al público a que se aventure en lo desconocido, a que se mueva, de ahí que en su etcétera Metro, de noviembre de 1967, el artista canario hable simple y llanamente “de dar a cada cual un billete de metro utilizable”, así la aventura está servida. Que nadie piense que no habrá de pasar nada. J.H. en otro etcétera de mismo título y fechado en 1966 reclama “en el metro sentirlo todo”. Como siempre el artista exige la mayor disponibilidad, los menos prejuicios posibles: sentir el deseo que un hombre inspira en otro hombre, sentir el deseo lésbico, sentir el deseo heterosexual, sentir el deseo de un transexual homosexual,… claro que en “sentirlo todo” están otras muchas cosas, también la experiencia religiosa, o las ansias de medre económico, pero en el “todo” de J.H., a la vista de su obra, siempre habrá que empezar por el todo sexual, luego vendrán los otros todos.

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La moneda de cartón de la Salinera era aceptada como tópico, es decir, sólo en el entorno del pueblo. Uno de los juegos que pasaban en aquellos años de la guerra consistía en intentar colocar moneda de la Salinera en las comarcas cercanas. Por ejemplo, en la capital, Murcia o en la misma Cartagena donde los comités anarquistas avalaban este tipo de propuestas.

 

Lo que sigue, tomado de Juan Hidalgo por Juan Hidalgo, describe una acción no fotografiada: Lo Casi Imposible, (un etcétera): el miércoles por la mañana pida prestadas al Banco de España sus reservas de oro el jueves por la tarde muéstrelas en casa a sus amigos íntimos, el viernes por l mañana devuélvalas agradecido al banco. (a lo mejor dicen que sí). Madrid, 19 de diciembre de 1966.

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Uno de estos pueblos fue San Pedro de Pinatar, donde se suprimió el nominal de San Pedro para reducir su título municipal al más simple de Pinatar. El documento disponible más claro de esta operación secularizadora está en los billetes de 1 peseta editados por la Salinera, industria que acabaría por renombrar el pueblo: su nombre ya no sería el de Pinatar, sustituido por el de la empresa Salinera Española. El billete circularía ahora con el nombre último del pueblo, ni San Pedro ni Pinatar, simplemente el nombre de la mina, el nombre de La Salinera.

 

Cuando en 1971 se publica De Juan Hidalgo, nos encontramos con el siguiente texto: “mi madre me contó que cuando estuvo en la Mancha (en el original sin mayúsculas) con sus padres y hermanos, de pequeña, pedía en la tienda, “el algo”, después de hacer la compra. –deme ud. el algo, decían. Y (en el original sin mayúsculas) el tendero les daba una pastilla de limón, unas habas secas, algo. Yo (en el original sin mayúsculas) también les doy este algo.”

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Se ha intentado buscar justificación a tanta actividad productora de dinero en la lógica respuesta a la carencia de moneda fraccionaria, la cual resultó acaparada con prontitud por la mayor parte de sus poseedores de ambas zonas, que no sólo lo hicieron con la relativamente abundante de plata de curso legal al comienzo de la guerra sino también de las poco valiosas de níquel o de cobre. La necesidad surgida ante la carencia y el aislamiento comercial de ciertas zonas no puede hacernos olvidar la prontitud con que gobiernos autónomos, de derecho o de hecho, pusieron en marcha la emisión de moneda propia, probablemente deseosos de respaldar su recién adquirida soberanía.

 

De este modo, las propuestas, los proyectos y, de forma muy especial, los etcéteras que recoge el libro, articulan un simple “algo”. Un “algo” que podría no ser ni estar, pero que resulta fundamental para que la propuesta artística quede articulada. Al igual que el “algo” que daba al tendero no constituía el grueso de la compra, el etcétera se sabe situado en los aledaños de lo artístico y por ello, alejado de cualquier meollo de los que pretendidamente considerábamos como sustancial. Su sentido se sabe incierto, al igual que su semanticidad. Sin embargo, este carácter nimio autodebilitado sirve de base a una certeza pasajera: aquella que surge del instante que pasa, aquella que delimita el valor de lo que se encuentra desacreditado, es decir, despojado de crédito y creencia.