Tabib Al Hacharat
Carnaval de 1937. Puerto de Cartagena, Murcia. Marinos haciendo escarnio del culto católico. Una murga marinera pone en pie una parodia anticlerical basada en las populares letrillas de Ramón Perelló. Las páginas de Cartagena Nueva era fuente de consignas y sátiras políticas que el pueblo repetía. Causa General sobre La dominación Roja de España. Sección región de Murcia. Piezas nº 11. Anexo 3. Nº090686. España. Ministerio de Cultura. FC-1068. Exp. 5. Archivo Histórico Nacional.
Febrero de 1980. Plaza de Xemaá-El-Fná, Marrakech, Marruecos. Tabib Al Hacharat en medio de una parodia. Un grupo de juglares haciendo su función cómica. Bakchich, Mamadh, Saruh y Berghur evocados por Tabib Al Hacharat. Las tiras o recetas cómicas que se reparten aquí o allá, son fuente de inspiración burlesca. Alquibla [1]. 1988. Guión, Juan Goytisolo [2]. Dirección, Rafael Carratalá, Juan de la Cueva. Eclipse Film. Trece episodios. Capítulo nº 12. Radio Televisión Española.
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Ramón Perelló había sentido fascinación por el circo. La espectacular cabalgata que anunciaba a cada compañía convertía el desfile en un irresistible canto de sirenas: la parada de acróbatas, equilibristas, payasos, caballos, monos y elefantes por la calle Mayor desparramaba a su paso un torrente de magia incomparable capaz de toda la poesía del mundo. Pero, sobre todo, aquella caravana se le ofrecía como un fascinante asidero de la voluntad. La vida le acogotaba en el rigor de su casa y la calle le presentaba el ancho mundo como en un escaparate. Y no hubo remedio. Perelló se enroló como esforzado meritorio de una “trouppe” de saltimbanquis. Nada que perder. La estancia de la Compañía Royal Villani en la ciudad minera de la Unión era la ocasión propicia para emprender el vuelo, ajustar cuentas con la vida y llenar sus ojos con todas las novedades que procuraba la libertad. Aquellos años de aprendizaje (intelectual y vital) le confirmaron en su primera y más genuina llamada, la de la poesía. Y fue a partir del bagaje folclórico adquirido en su infancia unionense según confesión propia: “…los tercios del cante que de zagal escuché a aquellos mineros de antes”. Así, en la Cartagena republicana durante los primeros meses de la Guerra Civil Española escribió en Cartagena Nueva, el periódico libertario que dirigía: “Confieso mi pasión por el cante. Si es un delito, delincuente soy. Que me pongan griyete y me echen la perpeuta. Me gusta la copla gitana, la mueca trágica del cantaor, el desgarro del cante y el fondo, siempre interesante, de la letrilla flamenca. Admirador ferviente de esta Andalucía cantaora y rebelde, quisiera saber cantarla como la cantan estos jilguerillos que revolotean alegres entre las cuerdas de la guitarra. ¡Amar a Andalucía y poder recordarla siempre envolviendo su recuerdo en un tersio por seguirilla..!.”
Muy vinculado a la tradición oral se encuentra el teatro, que goza de mucha aceptación entre las capas populares y también entre las cultivadas. Sorprende comprobar que, en sus raíces, se trata de un teatro oral, nacido en el mundo bereber con el nombre de halqa. Inspirado en los diversos aspectos de la vida cotidiana, no se le escapa ninguna de las situaciones diarias, como los problemas individuales que originan el éxodo rural o los cambios de fortuna, entre otros. Varios personajes han quedado inmortalizados en él: el bujadi o paleto que emigra a la ciudad y no se adapta a ella, viviendo como si estuviera en la aldea; el mdini o ciudadano astuto que intenta siempre engañar al campesino, pero que al final resulta engañado; la esposa ingenua o la muy lista y dominante; el Sheij vanidoso que se cree la máxima autoridad en todo. A pesar de los muchos personajes, generalmente sólo un actor interpreta todos los papeles, cambiando de timbre de voz cuando cambia e personaje, como si fuera un ventrílocuo. Para dar más énfasis a cada personaje utiliza algún símbolo representativo: el turbante para el paleto, las gafas para el de la ciudad, el velo de la esposa cándida, el puñal, como símbolo de autoridad para el Sheij. Esta joya de la tradición oral requiere un gran dominio de la técnica de interpretación, ya que sin apenas elementos decorativos ni vestuario, se realiza una caricatura auténtica de los personajes, exagerando con viveza sus virtudes y defectos al tiempo que se mantiene un lenguaje cómico que acaba muchas veces siendo moralizante y que provoca la risa espontánea de los espectadores. Quizá este teatro, por su viveza y realismo, puede ser el antecedente del actual teatro popular, donde al igual que en nuestra comedia de enredo, los personajes engañan y son engañados con un lenguaje entre burlón y burlesco.
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En la bohemia de Madrid de los años 1930 se asocia con el músico sevillano Juan Mostazo Morales, con quien crea temas como “Mi jaca.”, “La bien pagá”, “Falsa monea”, “Échale guindas al pavo” o “Los piconeros”. En 1937, mientras España arde en guerra civil, Perelló decide volver a sus lares levantinos. De espíritu libertario y anarquista, en Cartagena colabora con el periódico “Cartagena Nueva”, órgano de la Federación Comarcal de Sindicatos Únicos, desde cuya sección literaria fustigaba con su sátira a militares e intelectuales del régimen franquista. Curiosamente, también el cine oficial del bando fascista requería su creación. En 1938, sus letras y músicas forman la banda sonora de películas dirigidas por Florián Rey con actores españoles y producidas en los estudios cinematográficos alemanes. Con todo, acabada la guerra civil fue detenido, sufriendo cárcel durante cinco años en los penales de Yeserías y Carabanchel, entre otros. Escribió en la cárcel. Salido de la cárcel hacia 1944 se reintegra a su vocación de letrista y músico. Escribe también anuncios musicales, como el famoso “La tableta Okal.” Las obras de Ramón Perelló pueden enmarcarse, en buena medida, en la modalidad de “canción andaluza” por sus asuntos y personajes, por la melodía y la pronunciación, vinculada a una España agrícola y provinciana, en estrecha conexión con la lírica tradicional, en la corriente de andalucismo, popular y surrealista, de los “Poetas del 27″, especialmente García Lorca [3], de quienes Ramón fue coetáneo.
Más recientemente, me enteré con retraso de la muerte accidental de Tabib Al Hacharat (Doctor de los insectos), a quien Mohamed Al Yamani consagró un bellísimo ensayo en la revista Horizons Maghrebins. Los adictos a Xemaá-El-Fná conocíamos bien a ese hombrecillo de cabello ralo y alborotado que, entre sus cada vez más raras apariciones en público, caminaba tambaleándose por los aledaños de la Plaza y roncaba como una locomotora asmática bajo las arcadas de los figones y sus cocinas benignas. Su historia, compuesta de verdades y leyendas, emulaba a la de Saruh: también había escogido como él la vía de la pobreza y erranza, pernoctado en cementerios y comisarías, pasado breves temporadas en la cárcel -que él denominaba «Holanda»- por embriaguez pública y, cuando se cansaba de Marruecos, decía, empaquetaba sus haberes en un pañuelo y se iba a «América» -esto es, a los descampados contiguos al Holiday Inn-. Su genio verbal, narraciones fantásticas, juegos de palabras, palíndromos, enlazaban sin saberlo con los Makamat de Al Hariri -lamentablemente ignorados por el casi siempre tullido y menesteroso arabismo oficial hispano- y compartían un ámbito literario que, como ha visto muy bien Shirley Guthrie, conecta las audacias de aquél con la «estética del riesgo» de Raymond Roussel [4], los surrealistas y OULIPO.
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Los populares temas de Perelló tenían en el carnaval todo tipo de interpretaciones populares: “Bien pagá,/ si tú eres la bien pagá/ porque tus votos compré/ y a mí me supiste dar/ por un puñao de parné,
bien pagá, bien pagá,/ bien paga fuiste UGT” o, bien, “Azaña que tú serás/ Como la falsa monea/
Que de mano en mano va/ Y ninguno se la quea” o, ésta escrita directamente por Perelló: La jambre de Román,/ Que es de Caí/ Caí, ¡Ayayayay!/Lo peó que hay, /El dinero de Pemán,/ …Lo peó que hay!”
O el no menos importante tema sobre la riqueza y el dinero, como el que recitan los cantos bereberes del Atlas: “El dinero tendrá siempre razón: no se dice nunca No al rico./ El dinero puede trazar rutas sobre el mar./ Sin dinero, hablamos en el desierto,/ y nuestras palabras se las lleva el viento.” Así, la poesía, puede ser recitada acompañada de ritmos de salmodia; también puede ser cantada, con soporte musical o sin él, adquiriendo una difusión mucho más amplia.
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Ramón Perelló también fue autor de letras y de sintonías de anuncios radiofónicos de las más diversas empresas y productos a lo largo de varias décadas, composiciones acogidas con gusto por nuestros padres y abuelos, a quienes animaron a comprar (quizá lo que no podían) desde los años de la posguerra. Así: letra y melodía para “Almacenes San Mateo”; versos entusiastas para ensalzar las inefables virtudes del “Anís Salzillo”, del coñac “Centenario Terry” y del “Veterano Osborne”; también del brandy “Fundador”, de las propiedades indiscutibles de la crema “Nivea” y la eficacia insecticida del “DDT Chas”, entre otros, que decía así: DDT CHAS, DDT CHAS /no hay quien te aguante;/ tú, como el gas,/ la muerte das/ en un instante;/ no hay ocasión de salvación/ donde tú estás:/ DDT CHAS, DDT CHAS, DDT CHAS. Para la nueva generación de electrodomésticos Ramón ideó la propaganda sonora del afamado frigorífico “Hogel”, imparable frente a la anticuada nevera, y compuso ripios automáticos para vender lavadoras “Hoover”. Y, así, suma y sigue, del Pegamento Imedio, Okal y Calmante Vitaminado; y hasta coches en los años de la motorización nacional con cierto reclamo enaltecedor de los “Renault”.
Sencillas rimas, fácilmente memorizables y reconocibles, melodías familiares y cotidianas, nana que arrulla al comprador, lo seduce y encamina o, simplemente, le entretiene y acompaña como música de fondo de la vida.
Sus parodias del diario hablado de la televisión, la receta del mayor tajín ( estofado ) del mundo, intercaladas de preguntas rituales al público, son un dechado de inventiva y humor. No me resisto a reproducir unos párrafos sobre las virtudes terapéuticas de los productos que aconsejaba al auditorio: no «polvillos de amor» ni «zumos de jeringa» como los curanderos de oficio, sino vidrio molido o ámbar extraído del culo del diablo… -¿Y el carbón? -Muy útil para los ojos, para el grifo del ágata del iris del ojo, de la iluminación giróvaga del faro ocular. ¡Depositad el carbón sobre el ojo enfermo, dejadlo actuar hasta que estalle, coged un clavo 700, hundidlo bien en la órbita y cuando lo tengáis a punto en la mano podréis ver a una distancia de 37 años luz! “Si tenéis pulgas en el estómago, ratas en el hígado, una tortuga en el seso, cucarachas en las rodillas, una sandalia, un trozo de cinc, un revoltillo de polvorín, he encontrado un calcetín en casa de una mujer de Daudiyat. ¡Adivinad dónde lo he hallado!
-¿Dónde? -¡En el cerebro de un profesor!
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La copla me recordó/ las vistosas prosesiones/ donde una imagen de palo/ luce joyas de millones/ mientras la gente der pueblo,/ que no oye misa, no come./Y vi al Hermano mayó/—que era este Luca de Tena-/ gastarse más de un millón/ en la Virgen Macarena/ mientras echaba al obrero/ -¿eh, compare Camiseta?—/ por atreverse a pedí/ un aumento de peseta./ Y recordé con renco/ la puerta de aqué convento/ que arguien un día lapidó/ escribiendo con salero/ —con salero y con carbón—/ AQUÍ SE PIDE PA CRISTO/ Y NO SE DA NI PA DIOS.
Fátima, Fátima/ no me incomodes/ que el rey Hassan te trae flores/ el la mezquita solo ratones/la caridad la policía con sus bastones/ ¡Zas! ¡Zas!/Fátima, ¡Zas!, que son ratones/ huevos de serpiente/ camaleones/ ¡por Alá!, ¡Por Alá!/ pídele al rey unas vacaciones/la oración en la cárcel/ trae ratas, no ratones/huevos de serpiente/camaleones/Fátima, ¡Zas! ¡Por Alá!, ¡Por Alá!/ Pídele al rey varios millones. /En la cárcel me doblan con los bastones, /quiero salir de vacaciones/ doblarme en la mezquita/ con los ratones. /¡Zas! ¡Zas!/Fátima, ¡Zas!, que son ratones/ huevos de serpiente/ camaleones/ ¡por Alá!, ¡Por Alá!