TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

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Martha Rosler

1936. Exposición de objetos de valor religioso y artístico “formada” por los milicianos de la Federación Nacional de Transporte, después de los saqueos. Madrid. Oficina Informativa Española. Aldus Castelló. Imprenta.

 

1967. Fotomontajes combinando fotos periodísticas de guerra con imágenes de revistas de arquitectura y diseño titulado Bringing the War Home: House Beautiful/In Vietnam. Nueva York. Martha Rosler. Collage.

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En los primeros días los incendiarios y saqueadores asaltaron brutalmente todas las iglesias y conventos de la capital. Al mismo tiempo, los más bellos y viejos palacios nobiliarios fueron incautados por el ‘pueblo’ para instalar en ellos sindicatos, comités, tribunales populares, checas y cuarteles de milicianos. Miles de casas particulares se habilitaron como alojamiento de los campesinos evacuados de los pueblos y de proletarios de los suburbios madrileños. En todos los palacios llenos de obras de arte maravillosas, la incultura, la barbarie, la imbecilidad y los malos instintos dejaron huellas crueles a su paso. Junto a los atropellos de las masas frenéticas –que en parte podría disculpar el furor colectivo y el analfabetismo del pueblo, que ahora se llamaba ‘cultura popular’–, se cometieron otros por gentes de formación universitaria y pujos de alta educación estética, cuyos móviles fueron sencillamente, una vulgar codicia o un increíble rencor hacia cuanto significaba tradición nacional.

 

A partir de 1967, Rosler empezó a insertar imágenes de la guerra en el sudeste asiático, como mujeres y niños vietnamitas mutilados y traumatizados por la guerra, dentro de imágenes de otro tipo totalmente distinto, como interiores de hogares norteamericanos. De hecho estaba llevando a la práctica la noción de “la guerra en el exterior, la guerra en casa”, producida por los medios de comunicación que importaban las imágenes de muerte y destrucción de Vietnam a los hogares estadounidenses cada noche. En conjunto, el principio operativo en las series de collages de Rosler es el montaje. En este sentido evocan a artistas pop, sin embargo esa tradición neovanguardista se fusiona con la tradición marxista europea del montaje como crítica política tanto desde las filas del agit-prop como del surrealismo. Para Rosler el montaje requería de una síntesis dialéctica en la que se produciría un nuevo significado imbuido de una profunda crítica política. A diferencia de la obra de algunos de sus predecesores, el principio del montaje de Rosler también requería la creación de la ilusión de un nuevo espacio físico coherente que simplificara y racionalizara la estructura de la imagen y disminuyera la temperatura emocional de caliente a fría.