Luis Navarro
Septiembre de 1936. Una figura pequeña de un niño jesusíto con el cuerpo rajadito, al que le faltaban sus bracitos y una pierna y su pie. Niño Jesús mutilado. Convento de las Capuchinas. Murcia. Consejería de Cultura. Comunidad Autónoma de la Región. Museo de Bellas Artes de Murcia.
Septiembre de 2006. En la lista de blasfemias favoritas lleva apuntada: me cagó en los piececitos desnudos del niño Jesús. Luis Navarro. Pinturas y dibujos desaparecidos. Casa de la Cultura Agustín de la Hoz. Arrecife. Lanzarote. Comunidad Autónoma de Canarias.
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Entre los innumerables destrozos y pérdidas que ocasionó la guerra civil española de 1936-1939, se cuenta la destrucción del convento de Madres Capuchinas de la ciudad de Murcia. Esto tuvo lugar muy poco tiempo después del inicio de la guerra, tan sólo unos días, pues se estima que debió ocurrir hacia el 22 de julio de 1936, cuando fue asaltado y arrasado por un grupo de incontrolados, ante lo que las religiosas que allí se encontraban se vieron obligadas a abandonar el inmueble, teniendo por ello que separarse El espacio en el que se alzaba el convento fue utilizado para muy diversos fines a partir de su destrucción. En lo que había sido el huerto de la comunidad, se estaba construyendo, en diciembre de 1936, un refugio para la población ante un posible ataque aéreo por parte de los «nacionales» 64, que estaría concluido para el 1 de abril del año 1937 65. En este mismo año, el día 29 de junio, se inauguró además sobre su solar un nuevo local para proyecciones cinematográficas al aire libre, era el llamado Ideal Cinema.
El libro de dibujos, irónicos y sarcásticos, cuentan –en el sentido más oral y delirante de la palabra- la historia de un pintor que ha decidido convertirse en vídeo-artista y de las tribulaciones que sufre porque todas las películas se le llenan de dibujos animados. El sentido iconoclasta pasa, además, porqué podemos identificar claramente a muchos de los artistas de la generación de los años 80 que se vieron obligados a abandonar la pintura para modernizar la manera en que sus producciones artísticas iban a ser etiquetadas. El vídeo final, puesto que todos estos dibujos acaban también convirtiéndose en un vídeo de larga duración, muestra las tribulaciones de un niño atacado por animales –identificamos en ellos a toda una generación de artistas que a finales de los años 80 trabajaban en Madrid; especialmente lograda la escena en que la boa se traga al elefante en medio de la celebración de la feria madrileña ARCO [1]– que se defiende armado con su lápiz y trazando con éste toda clase de trampas imposibles. Otra escena memorable es la escena del bombardeo de galerías madrileñas, en pleno boom del arte conceptual.