CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

Texto

Los campanilleros

 

Por Pedro G. Romero

 

 

 

La melodía que se ha popularizado bajo ese nombre viene del cante de los auroros, grupos de voces e instrumentos que acompañaban al Rosario de la Aurora y que se han ido acoplando a las fiestas del ciclo invernal, alrededor de la festividad del día de los muertos, entre octubre y noviembre y entre la Inmaculada Concepción y las postreras Navidades. En origen está emparentado con los cantos de animas, alrededor del día de difuntos, afines a las tradiciones gallegas de la Santa Compaña que, poco a poco, se han ido desplazando hacía lo navideño. Las melodías más primitivas tienen ecos bizantinos y proceden de tradiciones mediterráneas ancestrales, bueno, muy viejas. El acompañamiento de campanillas es lo que da título a la melodía, que tiene varias letras popularizadas entre los flamencos y una marcha de Semana Santa memorable. El primer flamenco que la grabó fue Manuel Torre, en clave parada de tango y farruca, y su impresionante letra, recogidas en los entornos de Sevilla y Jerez, aunque también en el Alosno existe constancia desde antiguo, es la que se canta en la nueva versión que aquí se presenta. Al final de este escrito les pasamos su texto completo. La tradición es algo que se inventa y en Aracena, provincia de Huelva, por ejemplo, en pocos años han construido sobre los cantos de la Virgen del Rosario una tradición de Campanilleros que ahora mismo es hasta referente antropológico, ya digo, una tradición extendida en pocos, poquísimos años. La impresionante interpretación de Manuel Torre se ha popularizado y, de hecho, se tiene ya por popular, siendo una creación de autor. Pero indudablemente fue la Niña de la Puebla la que convirtió en un hit, en un éxito, en mainstream, este tema; con su canto amable y su letra bucólica y secular: En los pueblos de mí Andalucía los campanilleros por la madrugá. No es que sea exactamente un himno navideño pero sí, podría ser eslogan de cualquier campaña turística de Navidad.

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A nosotros nos interesa otra historia, más particular. Durante la Segunda República y la guerra civil existe el mito de que la Niña de la Pueblo cantaba Los Campanilleros con una letra afín con la causa libertaria y republicana. En los mítines y festivales de la CNT en los que actuaba, la gentes le pedían la otra letra, ¡la letra política!. Existen unos llamados Campanilleros de la libertad que incluye párrafos como estos: Y en la cárcel están sin comida / los anarquistas que un día / a la España esclava querían libertar. Para terminar con la frase: Anarquía sublime palabra, la idea más hermosa de la Humanidad. En su libro sobre el anarquista José Sánchez Rosa, el historiador José Luis Gutiérrez Molina atribuye al padre de la Niña de la Puebla la composición de la letra. Pero a finales de los años 70, Miajones, un clandestino de la CNT sevillana, se empeñó en averiguar el asunto de la “letra política” y en compañía de Juan El Camas hicieron sus indagaciones. Es posible que la Niña de la Puebla diera una letra libertaria al tema, esos referidos Campanilleros de la libertad, pero la conclusión de nuestros particulares investigadores es que las letras políticas que se pedían no eran otras que la impresionantes viñetas religioso-políticas que había grabado originalmente Manuel Torre. Pura teología de la liberación:

 

 

Anda Manué canta Los Campanilleros que yo no te la escuchao:

 

 

A la puerta

A la puerta de un rico avariento

llegó Jesucristo y limosna pidió;

anigual de darle la limosna

lo perros que había se los achuchó;

y Dios permitió

que al momento los perros murieran

y el rico avariento pobre se quedó.

 

 

Dos pastores

Dos pastores corrían pa un árbol

huían de una nube que se levantó;

cayó un rayo, a nosotros nos libre,

y a uno de ellos lo acarbonizó;

pero al otro no,

que llevaba la estampa y reliquia

de la Virgen pura de la Concepción.

 

 

Si supieran

Si supieran la entrada que tuvo

el rey de los cielos en Jerusalén;

que no quiso coche ni calesa,

sino un jumentito que alquilao fue;

quiso demostrar,

que tan sólo las puertas del cielo

divinas las abre la santa humildad.