Septiembre de 1936.  Ángel solo, de Bussy. Parroquia del Carmen. Murcia. “Un ángel que también llevaba una hoz afilada salió entonces del Santuario celeste, al mismo tiempo que del altar salió otro, el encargado del fuego. Este gritó al que llevaba la hoz afilada: Lanza tu afilada hoz y cosecha los racimos en la viña de la tierra, porque ya están maduros. Entonces el ángel lanzó la hoz e hizo la vendimia echando toda la uva en el gran lagar de la cólera de Dios. Las uvas fueron exprimidas fuera de la ciudad, y del lagar salió sangre que llegó hasta los frenos de los caballos, en una superficie de mil seiscientos estadios”. Consejería de Cultura. Comunidad Autónoma de la Región. Museo de Bellas Artes de Murcia.

Mayo de 1965. Crónica de un niño solo. Leonardo Fávio. Argentina. “Una escena de una extrema violencia y de gran belleza a la vez. Los niños se bañan desnudos en el río y son observados en la lejanía por otro niño, sólo, desnudo también, que se entretiene desbrozando la hierba seca y alta de la orilla de acá. La escena idílica que contempla en lo lejano, tiene en la cercanía una violencia terrible, animal, bárbara. Pero es paisaje general, grande, la orilla del río a las afueras de la opresiva ciudad, esa belleza ideal del momento está siendo desgarrada. Ese crimen es lo que vemos mientras nos llega el olor del heno húmedo y la brisa refrescante del río, vemos que la muerte también es amable y ligera”. Real Films. Festival Cinematográfico Internacional del mar del Plata. Buenos Aires. Argentina.

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De manera que la imagen del Santísimo Cristo de la Sangre no representa el heterodoxo e inverosímil caminar de Cristo, una vez traspasado por la lanza de Longinos, como ha sugerido la imaginación popular, sino la plasmación del Hijo de Dios sobre el monte Sión aprisionando con los pies la uva para obtener su fruto, que simbólicamente se transforma en la Sangre derramada para la Redención de los pecadores. Esta visión se cerraba con la presencia de cinco ángeles que recogían en sus respectivos cálices los surtidores de sangre que partían de cada una de las llagas y que en la actualidad se limita al costado de Cristo, al haberse perdido los restantes.

A diferencia de las perspectivas moralizantes que piden la aplicación de la ley o su reforma, en los films de Favio la ley es expresión material del poder y no existe como un abstracto universal. La ley es sus delegados. Y como tal adquiere un carácter inquietante más que tranquilizador –efecto que producen las obras de denuncia armadas sobre una clara dicotomía (buenos y malos, lo correcto y lo incorrecto, etc.). De Crónica de un niño solo no podemos extraer una tesis ni la satisfacción que produce saber de qué lado está el mal. Una de las claves de la sociedad donde vive Polín consiste en que –aplicando la ley que ella misma ha creado- convierte a la misma víctima en “culpable”. Decir que el personaje es “inocente” implicaría aceptar la necesidad de esa ley.