Leila Ahmed
Septiembre de 1936. Purísima. Talla acéfala. Convento de las Capuchinas. Murcia. “Dos momentos diferentes y las mismas personas: la Murcia feliz que espera la beatificación de Sor María Angela Astorch y la turba que profana su cadáver, repito, las mismas personas”. Francisca del Baño Martínez. Universidad de Murcia. El Antiguo Convento de la Capuchinas de Murcia y la nueva fachada de Pedro Arnal. Consejería de Cultura. Comunidad Autónoma de la Región. Museo de Bellas Artes de Murcia.
Septiembre de 1999. Leila Ahmed. El Cairo. Egipto. “Describe la experiencia de los dos tipos de Islam, uno de los hombres, oficial y textual, el otro de las mujeres, no dogmático y tradicional, identifica el feminismo islámico como un proceso mediante el cual las mujeres ponen en orden el significado de sus vidas”. Women and gender in Islam: Historical Roots of a Modern Debate, Yale University Press, New Haven. Cit. Westview Press. Boulder. Colorado.
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Cuando la guerra civil hubo finalizado, el «Servicio de Recuperación de Defensa del Patrimonio Artístico Nacional» hizo entrega de algunas de estas obras, como ocurrió por ejemplo con un Sagrario, las esculturas de San Francisco y Santa Clara de Salzillo, una Piedad, y algunas obras más; pero la comunidad no logró recuperar todas las obras que le habían pertenecido, al igual que tampoco consiguió recuperar su antiguo convento por haber sido destruido, su espacio es actualmente atravesado en gran parte por el tan controvertido trazado de la Gran Vía. Las religiosas del convento se reunieron, tras la guerra, en un pequeño hospicio en el que incluso carecían de capilla. Posteriormente se fueron trasladando a otros lugares que fueron acomodados sucesivamente en diversas zonas de Murcia para sus menesteres, hasta que en el año 1980 se trasladaron a un chalet. Estando allí recogida la comunidad, fue beatificada la fundadora del convento, María Ángela Astorch, en el año 1982.
Respecto al pasado lejano, la posición islamista está equivocada porque supone que el significado del género que informaba a la primera sociedad islámica puede ser reducido a una interpretación única, simple, no conflictiva que pueda ser confirmada en forma precisa y absoluta. Es falaz en tanto pretende interpretar la tradición de una sola manera, aquella que se desprende del corpus de los pensamientos y escritos islámicos que constituyen la tradición del Islam establecido, sin ver que esta tradición fue creada siglos después de Muhammad en las sociedades de Medio Oriente. Aun cuando el Islam instituyó, en la sociedad inicial, una estructura jerárquica como base de las relaciones entre varones y mujeres, también predicó, en su voz ética, la igualdad moral y espiritual de todos los seres humanos. Se puede argüir que aun cuando instituyó una jerarquía sexual, propuso a su vez, en su voz ética, la subversión de esta jerarquía.