TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

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Lahuelgadearte

1937. Eran conocidos como billetes de mierda, por el color. Segunda emisión del ayuntamiento sin fecha. Palautordera, antes Santa Maria de Palautordera. 2100 habitantes. Provincia de Barcelona. Billete marrón de 50 céntimos. Firmado por el dibujante Garrell. Gráficas Unificadas de Granollers. 63×106 mm.

 

1999. La mierda de  Metzger [1] son sus billetes. Edición anónima. Atribuido al Sindicato de Trabajadores Imaginarios de Zaragoza y, también, al Colectivo Capitán Ludd de Gijón. A propósito de la polémica entre Gustav Metzger [2], Stewart Home, Luther Blisset [3] y El Refractor. Fotocopias en blanco y negro. 18×7 cm.

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De los diez mil modelos de piezas acuñadas procedentes de unos dos mil organismos emisores, aproximadamente la mitad lo fueron en Cataluña. La gente había de proveerse de un auténtico arsenal de aquellas chapas: unas para el transporte, otras para la cooperativa, otras para el economato, otras para el bar, otras para el sindicato. No era infrecuente el devolver por equivocación el cambio del econo­mato con fichas del autobús y el de éste con piezas aptas para tomarse una consumición. Como la aparición de las nuevas mo­nedas se hacía esperar y el caos provocado por aquella invasión de la más rara calderilla era incalculable, la Fá­brica Nacional de Moneda y Timbre puso en circulación unos discos de car­tón con el escudo republicano y unos sellos móviles adheridos. Con ello pudo irse poniendo coto a la invasión de monedas de las más varias contexturas y procedencias. Con fecha 6 de enero de 1938 apareció un decreto por el que se prohibía toda nueva emisión de billetes, al tiempo que se daba un plazo de un mes para retirar los billetes y las monedas circulantes, mediante abono por el organismo emi­sor a los tenedores, en moneda legal, del importe de aquéllos. Pero el mal estaba hecho. Entre el desfavorable sesgo de la guerra, el desbarajuste monetario y el desmesu­rado aumento de la circulación fiduciaria, la peseta republicana había perdi­do la partida entablada en los merca­dos internacionales con la representa­tiva de la España nacional.

 

Pero los artistas no tendrán que esperar tres años para sacar provecho de la Huelga de Arte. Los beneficios serán inmediatos y se incrementarán como un interés complejo. La Huelga de Arte actúa ingeniosamente sobre la oferta, no sobre la demanda. El arte existente verá su valor apreciado puesto que nada nuevo llegará al mercado para competir con él. Por añadidura, estará la sobretasa conferida por la mística de la extinción; en consecuencia, el arte reciente elevará su precio al nivel del último en su especie. De hecho, no se presentará como el último sino como la culminación, ya que la ideología del progreso influye de tal forma en la mente occidental que regularmente confunde lo último con la forma final de un supuesto proceso evolutivo. Los últimos serán los primeros, o por lo menos serán valorados de esta forma. No es extraño que sean algunos de los artistas contemporáneos de menos éxito comercial lo que lideran la Huelga de Arte, ni que otros les sigan. Ellos no proponen destruir las obras exactamente (aunque si se hiciese esto selectivamente tendría aproximadamente el mismo efecto que una Huelga de Arte). Los Años Sin Arte no incluyen nada de esto, aunque todos se uniesen a la huelga. En lugar de ello, la Huelga de Arte creará un cartel – su inspiración no es el IWW o la CNT, sino la OPEC.