La Casa Invisible
Julio de 1909. Convent de les Caputxines de Manresa, després d’haver estat cremat durant els fets coneguts com a Setmana Tràgica. Carrer de Talamanca, Manresa. Brangulí, Fotògrafs.
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La cultura hoy día, convertida en una mercancía más, agoniza en museos de interiores fosilizados, apellidos de prestigio únicamente mediático, presupuestos estériles y gestoras de derechos de autoría. Frente a ese modelo, La Casa Invisible se erige como un laboratorio de saberes y creatividad, un catalizador de experimentos en el que la cultura, mediante un flujo constante, es devuelta a la misma sociedad de la que nace. Decenas de talleres, desde capoeira hasta baile flamenco pasando por interpretación dramática o canto, exposiciones, áreas telemáticas, programas de radio, actuaciones teatrales y circenses, conciertos, seminarios, etc., conforman una programación abrumadora que es gestionada por sus propios participantes y promotores. La Casa Invisible, por tanto, implanta un modo de hacer política enraizado en el contexto de crisis y precarización actual de la cultura y sus creadores.