L’Afrique Fantôme
1909. Barcelona. Convento de las Jerónimas. Asaltada y profanada junto a la Iglesia Parroquial del Carmen la tarde del 27 de julio de 1909. Los enseres salvados fueron custodiados en la Iglesia del Buensuceso, más tarde en el obispado de Barcelona, finalmente fueron sagrado deposito en la actual Iglesia del Carmen. Fotografía de Josep Maria de Sagarra en 1909.
1931. África. Expedición Dakar-Djibuti. Viaje y expedición científica que atraviesa África desde el Atlántico al Mar Rojo entre 1931 y 1933. Los objetos y documentos recopilados se depositaron en el Museo del Trocadero, después Museo el Hombre, actual Musée du Quai Branly. Publicada por Michel Leiris en 1934.
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En la placa de cristal, tornasolada en malvas y verdes, deteriorada por el paso del tiempo, pueden observarse a un grupo de hombres y mujeres, arreglados con el traje de los domingos, que han abandonado sus casas curiosos de lo sucedido y que no ocultan en su rostro el desagradable olor a petróleo del incendio. Con ellos un destacamento del ejército nacional, traje de campaña y calada la bayoneta, se encuentran dispersos por la estancia, atentos todos al disparo del fotógrafo, mientras señalan los deterioros que el asalto ha causado al edificio y las grietas que había dejado el fuego devastador.
Hay mujeres muy hermosas, casi todas con mantillas, y pequeñas casas de adobe verde almendra, rosa pálido o malva con techos planos de terraza. En el puerto, enormes depósitos de la SHELL. Delante de una playa poco atractiva, en la calle por donde pasa el tramway, el siguiente gran cartel de propaganda: ocho soldados españoles con uniforme rojo y amarillo y voluminosos chacós, a un tiempo, apuntan al transeúnte, que se sorprende delante de esos ocho agujeros de cañón dispuestos a disparar. Se trata de una publicidad del ocho cilindros en línea Marmon.
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Vimos cómo rasgaban títulos y documentos y los echaban al fuego, pues además de lo que poseía la comunidad, producto de las dotes de todas nosotras, había en casa crecidas cantidades que teníamos en depósito, pertenecientes a algunas familias de esta capital. Había, además, una cajita repleta de valiosas joyas antiguas, y teníamos en el convento algunas de inapreciable valor artístico, todo lo cual ha sido destruido por el fuego. Las pérdidas sufridas pueden calcularse en más de 200.000 duros; bastante más.
3.500 objetos de distintos pueblos, datos sobre 30 lenguas o dialectos desconocidos, pinturas abisinias, 300 manuscritos y amuletos etíopes, 200 documentos sonoros, 6000 fotografías: éste fue el botín de la expedición africana lanzada por el Museo del Etnografía de París en 1931, de la que su director científico, el gran antropólogo Marcel Griaule, dio cuenta en la revista surrealista Minotaure.
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Por fin me dirigí al convento, y al ver que ardía de lleno, me marché á casa, donde cené un poco, y pasé una noche de insomnio… En la puerta de entrada había amontonados gran cantidad de escombros que eran el coro y el techo, que durante la noche se habrían desplomado; entre los cuales ardían imágenes de santos medio carbonizadas. ¡Cuál sería mi admiración al llegar a la sala capitular, que el fuego había respetado, más no la mano criminal que lo había destrozado todo, y ver intacto el cuerpo de la fundadora y una preciosa imagen del Santo Cristo, de talla, puesta en un escaparate que tenía los cristales rotos! …Entre los muchos que entraban y salían vi a un joven con una azada intentando destrozar el Crucifijo, entre blasfemias. No recuerdo como le disuadí de su empeño… Después vino un grupo, y los que lo componían, entre blasfemias y disparates echaron al jardín el cuerpo incorrupto de la fundadora y se la llevaron a la calle… Al entrar de nuevo por la parte del Cementerio hube de advertir lo que no hubiera querido ver: reventar las sepulturas a martillazos y sacar los cadáveres, y como si fuesen los de sus más crueles enemigos, tratarlos sin ningún respeto, llegando hasta a clavarles clavos en la cabeza y en otras partes del cuerpo.
Los toros muertos a estoque en la plaza a pleno sol tienen la mirada menos perdida que esta mujer que pudiera ser la reina de los ángeles o una de esas altivas imágenes que se ven en las capillas iluminadas bellos maniquíes que la hostia —cuando es alzada— hace girar como giran con fija mirada las figuras pintadas que ornan los órganos de los tiovivos en tanto suben y bajan los corceles semejantes a las personas que en las iglesias se arrodillan… Cuando Damocles bajó la espada temblaba como toro que van a castrar y cuando Cristo aún no crucificado veía teñirse de sangre la jofaina de Poncio Pilatos se cerraban los párpados de ambos con el terrible peso mas bajo el caudal de las lágrimas sus pupilas brillaban como las corazas de los gladiadores que resplandecen en los anfiteatros. Predicador verboso cuyos equívocos artificios no son sino trampas de saliva y largos regueros de baba las mortificaciones que estúpidamente predicas poseen efectos para ti inesperados mas pan bendito para los masoquistas que beben el dolor como si fuera leche... Y ya se hundan súbitos los días y los años se precipiten las mareas vomiten los volcanes y las casas se esfumen un desierto pelado será el lujo supremo del caminante que semeja ese ardiente surtidor pues se mueve comiéndose a sí mismo.
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Señores míos, en Inglaterra me he convertido al dogma iconoclasta, al cristianismo de oraciones y cánticos, limpio de imágenes milagreras. ¿Y ver la idolatría de este pueblo! España, en su concepción religiosa es una tribu del centro de África, Don Gay. Maestro, tenemos que rehacer el concepto religioso, en el arquetipo del Hombre-Dios. Hacer la Revolución Cristiana, con todas las exageraciones del Evangelio, que son más que las del compañero Lenín. Sin religión no puede haber buena fe en el comercio.
Aquí y allá ondea la bandera republicana. Una calle, cuyo antiguo nombre ignoro, ha sido rebautizada mediante la supresión de la cuarta y la ultima letra en la placa indicadora de piedra: LEN IN. En un edificio público, se ve que la emblemática corona real ha sido destrozada. En medio de la ciudad pasa un torrente seco, de cauce pedregoso y sembrado de carroñas, flanqueado por dos paredes provistas de flores increíbles. No lejos de allí una calle cálida, con unas casas cuyos rótulos o números hacen instantáneamente reconocerlas por lo que son.