Hernán Khourian
Septiembre de 1936. Puerta del convento con los símbolos comunistas. Convento de Madre de Dios, Murcia. Causa General sobre La dominación Roja de España. Sección región de Murcia. Piezas nº 11. Anexo 1. Nº090630. España. Ministerio de Cultura. FC-1068. Exp. 5. Archivo Histórico Nacional.
Septiembre de 2006. La entrada al edificio marcada por dispositivos de mirada. Videografía de Hernán Khourian. Puna. Artes Electrónicas. Fundación Jan Vrijman. Rotterdam. Cité Internationale de Arts. París. Salón Nacional de las Artes Visuales. Universidad Nacional de La Plata. Buenos Aires. Argentina.
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Las colectivizaciones del espacio lo fueron también de sus usos y costumbres. El Convento Las Anas convertido en comedor general y refugio para mendigos e indigentes, el Convento de la Merced como almacén de forrajes para el ejército republicano, San José en depósito de aceite, las escuelas de la Casa del pueblo en el Palacio Episcopal o en el Cuartel instalado en San Antolín, las fiestas populares de las carmelitas, las Isabelas o las que dieron los malagueños en la parroquia de San Lorenzo. Todo contribuyó a dar otro ritmo a la vida cotidiana de la ciudad pendiente tantos momentos de los avances y retrocesos de la guerra. Estas incautaciones y sus nuevos usos marcaron con otro ritmo el avatar diario del trabajo, poniendo en otras circunstancias de la vida la acción y el interés y no sólo en el cotidiano escapar del hambre, las noticias de bajas en el frente o los reveses de la cusa que defendían.
Los espacios donde la mirada se centra obsesivamente son los siguientes: el trabajo, la escuela y la fiesta. Todos ellos (a la vez que pueden ser segmentados, diferenciados y circunscritos) comparten un rasgo que los caracteriza individualmente y los asemeja: contienen en su propia conformación como espacios definidos (áreas) ciertas normas o reglas que determinan, de alguna manera, la forma en que los sujetos deben actuar dentro de ellos. Es a partir de esta forma de sujeción necesaria para su propia existencia que los espacios exigen y someten al ser humano a un control de sus propios gestos, movimientos, tiempos, para hacerlos funcionales dentro del rit(m)o que cada cual conforma en su interior. De esta manera, aquel que participa de éstos pierde una parte de su individualidad para entrar en sintonía con aquello que se le impone como necesario. La regla, el rito, la repetición. Por otra parte, cada espacio tiene una función distinta, tanto dentro de un contexto social como dentro de la película, que lleva a una organización de los cuerpos por el espacio y hacia el espacio de maneras diferentes.