Hablar dinero
21 de abril de 1937. Utilizando para el reverso una original idea, con su ex-libris característico. Emisión del ayuntamiento. Ripoll del Vallès, antes Sant Llorenç Savall. 1900 habitantes. Provincia de Barcelona. Billete azul de 0’25 pesetas. Acuerdo municipal del 15 de abril de 1937. Existe también marrón de 1 peseta. Imprenta El Secretariat Catalá. 69×94 mm.
Mayo de 1989. Una manera de entrar en el mundo. Pedro G. Romero [1]. Sevilla. Imagen de un billete de 5000 pesetas con las puertas abiertas en cuyo fondo se ve un salón, piano y biblioteca, confortable y moderno. Serie Hablar Dinero. Publicado en r.a.r.o. nº 2. Galería Marta Cervera. Nueva York. 1993. (El número nunca salió de imprenta). Collage Original. 42×30 cm.
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La puesta en circulación de esta variopinta serie de papeles tuvo enorme trascendencia sobre las ideas y sobre la vida de los españoles a quienes tocó comprar, vender y traficar con dichos bonos. La desacralización del dinero hizo perder todo aprecio hacia él. La pérdida de valor precipitó el dispendio, ridiculizó el ahorro, menospreció su posesión. La inflación hizo crecer los precios y aumentar los gastos y todo a un ritmo vertiginoso, galopante. El dinero se hizo papel volandero y sin valor, las emisiones se sucedieron. La circulación fiduciaria experimentó un crecimiento gigantesco, llegando hasta triplicarse. Las emisiones incontroladas hicieron el resto. La anarquía monetaria llegó a lo inenarrable. Capítulo aparte merece la emisión de piezas metálicas o similares efectuada en simultaneidad con el papel. Los materiales podían ser cobre, latón, hierro, estaño, zinc, plomo, aluminio, hojalata, baquelita y cartón. Las de cartón llevaban adherido un papel con la indicación del pueblo y del organismo emisor. Se llegaron a hacer hasta de celuloide, y ni la más persuasiva dialéctica era capaz de convencer a un aldeano de que aquello equivalía a una peseta «de las de antes de la guerra».
En nuestro tiempo han sido varios los autores que se han ocupado críticamente de esta confusión llamando la atención sobre los obstáculos que erige en el intento de comprender los hechos lingüísticos y sociales al constituir ideológicamente como naturaleza del lenguaje un modelo que incluso en el ámbito económico que le es propio ha sido históricamente creado y defendido contra otros modelos que no sólo eran posibles o imaginables, sino que existían de hecho en sociedades que la nuestra ha terminado eliminando o neutralizando por colonización y absorción. Pero la naturalización ideológica del capitalismo en los ámbitos del lenguaje y de la propiedad crea un problema aún mayor al hacer invisible el modo en el que otras economías sobreviven en el seno de las propias sociedades supuestamente dominadas por el orden monetario. En efecto, la consideración de la pervivencia en las sociedades occidentales de prácticas que, como el regalo, como el sacrificio, como la hospitalidad o como el dispendio ritual en bodas y bautizos, escapan por completo a la lógica del intercambio de lo equivalente, obliga no sólo a replantear la aplicabilidad universal de este modelo sino también su capacidad para explicar en su conjunto los intercambios que tienen lugar en las economías capitalistas mismas.