Friedrichshof Commune
1938. Fotografía cogida a los rojos en la toma de Fraga. Archivos del Arzobispado de Barcelona. Nihil Obstat de julio de 1956. La fotografía parece ser una falsificación del servicio de propaganda franquista.
1997. Juegos sexuales en Art and Life, en el Algarbe portugués. Servicio de documentación del MAK (Museo de Artes Aplicadas) en marzo de 2004. La fotografía brindada por un medio sensacionalista español parece falsificar lo que se describe.
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Las revoluciones han respetado siempre dos cosas: el niño y la muerte: Los comunistas en España no respetaron ninguna de las dos. Por el contrario, la muerte les sirvió para desatar sus instintos morbosos, y la usaron como instrumento de diversión y motivo de orgías. Y estas enormidades las cometieron no sólo con los cadáveres de los que habían sido sus víctimas sino con los que yacían, tal vez desde siglos, en sus tumbas. Muchos de los autores de estas cosas son esos refugiados que están en África y por cuya libertad clama nuestra prensa burguesa, y muchos de esos refugiados que hemos admitido entrar a formar parte de la sociedad argentina. En el cementerio de Huesca acampó mucho tiempo el famoso “Batallón Durruti”, aquel que dirigía el bandolero de ese apellido que fue uno de los asaltantes de la sucursal del Banco de la Provincia de Buenos Aires en San Martín. Pues bien, el cementerio en aquellas manos sirvió de bar, cabaret, prostíbulo, lugares de chacota y de orgía. Mezcladas con las inscripciones de carácter político, se encontraron en él muchas tan groseras y deshonestas que no se pueden transcribir. Losas y féretros aparecieron manchados con indecentes dibujos. En las paredes y sobre lápidas sepulcrales, anuncios indecorosos resumen la más asquerosa inmoralidad. Cinco nichos reunidos formaban el bar, en el cual milicianos, al huir, dejaron todavía botellas en el improvisado mostrador. Un cartel anunciaba las horas en el que el bar se trasformaba en cabaret… con las milicianas.
Centrado en la sexualidad y el tabú, el artista muestra con la inmediatez de los cómics y de las gráficas publicitarias violentas escenas de coito, sodomía, esperma y excrementos, buscando en estas coordenadas la provocación política. Otto Muehl el pintor accionista que ha reaparecido con un protagonismo espectacular después de pasar seis años y medio en la cárcel, condenado por abuso sexual y violación de menores. Entre rejas pintó una serie de cuadros que ayer se presentaron en una exposición del Museo de Artes Aplicadas (MAK) de Viena. Según Muehl, ésta es la obra más agresiva de su vida. Fue una de las figuras clave del accionismo austriaco, un movimiento de artistas que en los años sesenta y setenta provocaban indignación mediante fiestas ofensivas destinadas a desvelar las represiones burguesas. Muehl persiguió sus utopías con perseverancia ortodoxa. Para poner en práctica su concepto utópico de sociedad libre, fundó en 1972 la comuna de Freidrichshof, cerca de la frontera con Hungría. Más adelante, él y sus devotos instalaron una filial en la isla canaria de La Gomera. No tardó Muehl en convertirse en una especie de guru que ya no sólo promulgaba libertad sexual y rechazaba la relación de pareja y la propiedad privada, sino que decretaba sus convicciones con despotismo y no toleraba desertores. Obligaba al sexo en grupo, descartaba el privilegio de enamorarse, los hijos eran separados de sus padres y los menores eran iniciados por adultos en las prácticas sexuales.