El fantasma de la libertad
1936. Getafe. Cerro de los Ángeles. Monumento al Corazón de Jesús. El 28 de julio un pelotón de fusilamiento formado por anarquistas venidos de Madrid con un equipo cinematográfico realiza la pantomima del fusilamiento de dicho Monumento. Secuencia de 7 segundos del filme, de origen desconocido, facilitado por el noticiario británico British Paramount News, emisión del 18 de agosto 1936.
1974. París. Luis Buñuel [1]. Le fantôme de la liberté. Los figurantes, el propio Luis Buñuel; el el productor Serge Silberman y dos amigos personales de Buñuel: el poeta José Bergamín y el doctor José Luis Barros van a ser fusilados. Filme de 103 minutos producido por Serge Silberman y Greenwich Film, estrenado el 11 de septiembre de 1974.
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Los acontecimientos del Cerro, pese a su decisiva importancia simbólica, no se han fijado ni estudiado seriamente en las historias de la guerra de España. Confieso que su enormidad me pareció siempre tan aberrante que hace muchos años llegué a sospechar que la famosa fotografía del fusilamiento de Cristo, que recorrió todo el mundo, pero con pocos detalles concretos, podía ser un montaje de propaganda enemiga. Fotografías falsificadas, oscuridad en la procedencia de las imágenes, uso alterado en la guerra de propaganda y contra información, cambios en los nombres. Al encontrar la secuencia que ahora reproduzco en el archivo de la diócesis de Getafe he comprobado que esa terrible secuencia refleja hechos trágicamente reales.
Ante la prohibición intentaron camuflarla bajo un título extraído de El manifiesto comunista, En las aguas heladas del cálculo egoísta, ya empleado para una versión expurgada que se proyectó en los barrios obreros -versión “puerilmente tranquilizadora”, como se lamenta Breton en L’amour fou-. Pero no coló. Este título a posteriori no debe confundirse con los dos títulos previos que tuvo el guión, La bestia andaluza y ¡Abajo la Constitución! Respecto al primero hay que recordar que Henry Miller había escrito a Buñuel una larga y entusiástica carta en la que le manifestaba su admiración sin límites sobre Un perro andaluz, del que sólo encontraba inadecuado el título, que le parecía debía ser cambiado por el de La perra andaluza. En cuanto al de ¡Abajo la Constitución! está claro que anuncia el “¡Abajo la libertad!” con que se tradujo al francés la hispánica expresión “¡Vivan las cadenas!” de la que surge El fantasma de la libertad.
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Una agobiante tarde de julio de 2002 el Obispado de Getafe me permitió amablemente investigar en su archivo del Cerro de los Ángeles la documentación fotográfica, casi toda inédita, que allí se guarda sobre la historia del Monumento al Sagrado Corazón, su inauguración en 1919, su sacrílega demolición en 1936 y su reconstrucción posterior. Creo que esta secuencia fotográfica del Cerro es uno de los documentos más desconocidos y estremecedores de la historia de España. Esta secuencia es la clave de la guerra civil española, con inclusión de la Segunda República que fue el origen directo de esa guerra; una guerra de religión en toda la extensión del término. Una guerra motivada esencialmente por la persecución religiosa de la República a la que los perseguidos respondieron con lo que ellos mismos y la propia Iglesia denominaron desde entonces Cruzada. En esta secuencia presento, con la decisiva fuerza de las imágenes, uno de los datos más reveladores del conflicto. Es curioso que la magna Historia de la Cruzada Española de 1940, en cuyo primer tomo se menciona la inauguración del Monumento en 1919, no se refiera a su destrucción al estudiar, con profusión de detalles, las incidencias del Alzamiento Nacional en Madrid. En la Causa General hay una mención breve y un par de fotografías aunque no las esenciales. La secuencia conservada en Getafe se abre con la foto reproducida en la portada de este libro, en la que figura el fusilamiento de la imagen de Cristo por una escuadra de milicianos venidos de Madrid el 28 de julio de 1936 a las órdenes de una virago que dio la voz de fuego. La misma escena se repitió en los días sucesivos, durante los cuales los asaltantes treparon al monumento entre blasfemias soeces y lo embadurnaron con pintarrajos agresivos.
El fantasma de la libertad comienza así: Un fusilamiento en la plaza de Toledo, en la época en que el ejército de Napoleón había invadido España. Se oye este grito: “¡Vivan las caenas!”, que Luis Buñuel ha preferido traducir por “ Abajo la libertad!”. Los españoles preferían la esclavitud de la monarquía a la libertad de la Revolución francesa. El film termina con este mismo grito. Esta vez, la escena transcurre en un parque zoológico. Unos policías disparan. Se ven simple mente a unos animales asustados y se oye de nuevo el grito de “¡Vivan las caenas!”. Se podría pensar que los hombres, finalmente, prefieren la esclavitud a la libertad, pero Buñuel se guarda muy mucho de decirlo, tanto en el transcurso del film como al llegar al obligado final de la historia. El primer final del film, el que se encuentra en uno de los guiones primitivos, era diferente: el film terminaba con la escena del encuentro de los Jefes Superiores de Policía. Los dos Jefes Superiores se encontraban con todos los demás personajes del film en el momento de interpretar, en un escenario teatral, la escena del fusilamiento en la plaza de Toledo con la que se inicia el film. Buñuel consideró que este desenlace era excesivamente prefabricado. El final que ahora puede verse en el film fue inventado en el transcurso mismo del rodaje. La secuencia primera está descrita tal y como sigue: « El pelotón se detiene, al igual que los condenados. “¡Sitúen a los prisioneros contra el muro!”. El Oficial desenvaina su sable. Los soldados del pelotón han cumplido las órdenes. El fraile pasa las cuentas de su rosario: el hombre de la cabeza vendada baja la vista, muy digno; un caballero, a su lado, avanza un paso. “Primera fila, rodilla en tierra…, en tierra. Pelotón, apunten.” El pelotón de ejecución obedece las órdenes (de espaldas a la cámara), de cara a los condenados apoyados en el muro. Un rebelde español, en uniforme militar, empuja a los soldados franceses. Éstos lo rechazan sin dificultad, ya que el prisionero va maniatado. Grita: (que ha avanzado un paso y grita): “¡Vivan las caenas!“ Subtítulo (traduciendo libremente el grito): “¡Abajo la libertad!” Todos:”¡Vivan! ¡Vivan! ¡Muerte a los gabachos! Nuevo encuadre del patio (frente a la iglesia, que queda fuera de campo), siempre de noche, siguiendo los pasos de soldados franceses y caballeros españoles, cruzándose con cañones, al tiempo que otros —en off— cantan “La Carmagnole”, de la que se entienden claramente las palabras francesas “La Vierge l’écurie, le Christ la voire”. Siguiendo a dos soldados que conducen sendos caballos, la cámara penetra en el interior de la iglesia».