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Una entrevista sobre l’argent

Valentín Roma [1]:

 

Entonces, como nació la impronta de esta entrada precisamente. Creo que es importante para entender ciertos mecanismos del Archivo F.X. [2]

 

Pedro G. Romero [3]:

 

Bueno,  hace tiempo tenía esta película “El dinero”, de Robert Bresson [4], de 1983. Tan próxima en el tiempo, en 1983 llegué a estudiar a Sevilla. Era parte del material de documentación que reunía para esa dimensión De economía cero en la que el Archivo F.X. lleva embargada desde hace un par de años y que tú conoces bien. Cuando vi esta película, el dvd claro, quedé impresionado. La radicalidad de Bresson convierte a toda la generación del video arte en manieristas, estilistas sin remedio. Aquí, -se trata de su última película- cada plano es conciso y perfecto, en el sentido semántico de la palabra, unidades de narración que se aceleran, a pesar de la fama de lentitud que acompaña este cine, afiladamente hasta la tragedia final. No era esa mi intención al ponerme a verla, pero era urgente que se incorporara como Entrada en el Archivo F.X. Era una necesidad perentoria.

 

 

Valentín Roma:

 

A priori, no es una película que se acerque directamente a la iconoclastia, o si.

 

 

Pedro G. Romero:

 

Lo que percibí era de una densidad desconcertante. La película es incluso reaccionaria. A partir de la falsificación de un billete, de esa pequeña falla, se desencadenan una serie de hechos trágicos, psicóticos, sin solución. Es algo así como la historia familiar de un psicokiller a partir de la llegada de la reproducción técnica. Pero había una gramática, elemental en el cine de Bresson, que aquí se superponía con inusitada violencia. Su lenguaje icónico adquiere su máximo sentido en esta hipertrofia, el final de la representación es literalmente el asesinato.

 

 

Valentín Roma:

 

Y está el relato de León Tolstoi, El cupón falso, que dio pie a Bresson.

 

 

Pedro G. Romero:

 

El cuento de Tolstoi es verdaderamente bueno. Allí ya está la tienda de fotografías que en principio pensé que era una incorporación de Bresson. La película se ajusta con precisión a la primera parte del cuento y resume en los gestos finales todo el desorden social que sigue. El pequeño acto de falsificación, inocente y escolar –aunque es muy importante en Tolstoi, menos en Bresson, esta condición alfabetizada para entender porqué la cultura perturba todo el orden social  tanto o más que la naturaleza-, que queda postergado como desencadenante del relato y olvidado, al final nadie sabe porqué delinque, donde comenzó a invertirse la cadena natural de gestos que les ha llevado hasta allí.

 

 

Valentín Roma:

 

El cuento de Tolstoi es convocado también en esa Entrada: L’argent [5].

 

 

Pedro G. Romero:

 

Sí y no. La Entrada se vincula directamente con el film de Bresson. Lo que no está del relato de Tolstoi es importante también por no estar. Precisamente ahí quería llegar. Cuando leí el cuento, en uno de los episodios que desencadena la falsificación, en el corazón mismo del relato, aparece el debate iconoclasta en medio de un grupo de fieles ortodoxos que deciden prescindir de las imágenes, negar la representación, el propio ataque iconoclasta. Era tan evidente, eso estaba allí. Cada plano de Bresson en que la cámara guillotina a los no actores dejando sus cabezas fuera de plano encuentra su justificación en las disertaciones del Padre de la Iglesia Rusa que aconseja a sus fieles el desprecio por las imágenes.

 

 

Valentín Roma:

 

Y es de Tolstoi desde donde procede literalmente la imagen, el fragmento cinematográfico del Archivo F.X.

 

 

Pedro G. Romero:

 

En el relato es la ganadería lo que en la película es la venta de combustible. También el mujik que vende su leña, es una síntesis genial en el guión de Bresson. Después los cuatreros son los asaltantes del banco. El caso es que leyendo a Tolstoi, ya con esa urgencia de introducir L’Argent en el Archivo F.X. pues vino a mi memoria la secuencia de Rojo y negro, un interesante film falangista de 1942, de Carlos Arvelo, panfletario sí, pero lleno de intensidad. Es una película revolucionaria, de puro fascista fue ocultada por el régimen franquista. Pues en una de las secuencias más panfletarias se encadenan imágenes, reales y reconstruidas, y entre éstas seleccione las que van del intercambio de dinero hasta el derribo de una cruz en medio del camino, por medio: incendio de campos, robo de bestias, agitaciones campesinas… todo tal cual figura en el cuento de Tolstoi. Es increíble aún para mí, pero en la circulación de todas estas imágenes, en todas estás vinculaciones es donde empieza a construirse la gramática propia del Archivo F.X. Cómo he dicho tantas veces, el archivo no es iconoclasta si no trata sobre la iconoclastia como gesto fundador de lo moderno, el gesto moderno por excelencia. Y para bien o para mal, el relato de Tolstoi y la película de Bresson están hablando de eso mismo, de ese terrible vacío que queda cuando la cultura duplica el mundo, nosotros mismos, nuestro lenguaje. Contraponerlos con el film de Arvelo eleva a sus máximas contradicciones este mismo discurso, expuesto allí, en el filme falangista, con tanta obscenidad.  Y sigue siendo perturbador, eso para mí es importante. Todas estas explicaciones no restan si no que suman, el artefacto del filme adquiere una densidad mayor.

 

Después, la idea de hacer una copia, una copia pirata de la película, hacerla circular en plan top-manta, ¡a Bresson! Es un gesto distanciado, por más que continúe la lógica del relato de Tolstoi y del filme de Bresson. Es un gesto que pretende poner espacio entre el discurso de Tolstoi-Bresson y el que se efectúa con sus creaciones dentro del Archivo F.X. Por más que siga de forma mecánica sus instrucciones –falsificar, distribuir lo falso, etc.- quiere marcar distancia, es un gesto de alguien asustado ante la sangre que se derrama en la película. Hacer millones de copias de esta película, hacerlas circular aún a riesgo de que a partir de este gesto se cometa algún crimen…