TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

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Cuatro horas en Chatila

Octubre de 1936.  Un rincón del patio del Convento de San Antonio. Murcia. Cuartel provisional de la Columna Anarquista de Murcia. Almacén de Intendencia.  Fotografía Avilés. Consejería de Cultura y Turismo. Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Museo de Bellas Artes de Murcia.

 

Septiembre de 1982. El escritor Gean Genet Gean Genet [1] entre los fedayines. Cuatro horas en Chatila. Gean Genet. Traducción, Antonio Martínez Castro para CSCA. Comité de Solidaridad con la Causa Árabe. Revue d’études Palestiniennes. L’Ennemi déclaré. Textos y entrevistas. Editorial Gallimard. París. Francia.

 

 

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Los mismos periódicos que escondían o justificaban la represión clasista e ideológica contra los sectores contrarios al Frente popular, pueden servir para evidenciar “el verdadero lenguaje de la revolución”, antes y durante la Guerra civil. A través de ella, en este caso de la murciana, la represión en la retaguardia república nos muestra una “esencia política” siempre negada. Una historia local como ésta, ilustra claramente sobre los orígenes pretéritos, perfectamente definidos (véase octubre de 1934 y febrero de 1936) y los fines revolucionarios, ampliamente documentados, de la violencia política desatada en la zona controlada por el gobierno de Madrid. Asimismo, su reconstrucción historiográfica conduce a la desmitificación de la llamada “legalidad” de los modelos de Estado desarrollados por los miembros del Frente Popular. (…) Esconder, minimizar e incluso justificar estos hechos, en aras a una “dignificación” del bando político responsable de la misma, conduce a la pura y simple falsificación histórica (como indirectamente reconoce la historiografía autodenominada como “progresista”.

 

Nadie, ni nada, ni ninguna técnica narrativa, dirán lo que fueron los seis meses que pasaron los fedayines en las montañas de Yeras y de Ashlun en Jordania, sobre todo en las primeras semanas. Otros han dado cuenta de los hechos y han establecido la cronología, los logros y los errores de la OLP. Se podrá describir el aspecto del tiempo y el color del cielo, de la tierra y de los árboles, mas nunca transmitir la ligera borrachera, la marcha sobre el polvo, el estallido en los ojos, la transparencia de la relación entre fedayines y de éstos con sus jefes. (…) Como los fedayines habían dejado hacía poco la adolescencia, el fusil en cuanto arma era el signo de la virilidad triunfante, y aportaba la certeza de ser. La agresividad desaparecía: la sonrisa mostraba los dientes. El resto del tiempo, los fedayines bebían té, criticaban a sus jefes y a la gente rica —palestinos y otros-, insultaban a Israel; pero más que nada hablaban de la revolución, de aquella que hacían y de aquella que iban a emprender. Para mí, esté en un título, en el cuerpo de un artículo o en un panfleto, la palabra palestinos evoca inmediatamente a los fedayines de un lugar preciso —Jordania— y en una época que podemos datar fácilmente: octubre, noviembre, diciembre del 70, enero, febrero, marzo, abril de 1971. Entonces y allí es donde conocí la Revolución palestina. La extraordinaria evidencia de lo que pasaba, la fuerza de esa dicha de ser, también se denomina belleza. Pasaron diez años y no supe nada de ellos, salvo que los fedayines estaban en Líbano. La prensa europea hablaba de los palestinos despreocupadamente, incluso con desdén. Y, de repente, Beirut Oeste.