TESAURO

CRONOLOGÍA

ARCHIVO F.X.

MÁQUINA P.H.

LA INTERNACIONAL

PEDRO G. ROMERO

A

B

C

D

E

F

G

H

I

J

K

L

M

N

O

P

Q

R

S

T

U

V

W

X

Y

Z

#

Charles Fourier

19 de julio de 1936. Fachada de Belén, incendiada por las turbas. Iglesia de Belén. Barcelona. Historia de la Cruzada Española, Tomo XX. Ediciones Españolas. S.A. Colaborador literario Manuel Sánchez- Camargo. Colaboradores Archivo Más y Archivo La Vanguardia.

 

19 de julio de 1836. Tras haber discutido el falansterio, Charles Fourier regresa a su casa desde la Iglesia de Petits-Peres. Rue de Saint Pierre de Montmartre. París. Fourier o la armonía y el caos. Capítulo XX. Editorial Labor. Barcelona. Relato de Emile Lehouck.

______________________

No sólo en la periferia de la ciudad o en pueblos de sus alrededores. Cerca de la Plaza de Catalunya, en el mismo centro de Barcelona. Las Ramblas, a la altura de la Iglesia de Nuestra Señora de Belén. El templo fue vaciado y sus puertas destruidas, como si se quisiera hacer del sagrado solar un lugar de paso.

 

Alrededores del palacio con Rambla moderna. Grande plaza de parada en el centro del falansterio. Paseo de invierno dentro del Palacio de 280 varas. Patios interiores de servicio con árboles, surtidores, estanques, jardines. Entrada principal, torre de orden. Sitio de la Yglesia. Sitio del teatro. La Calle-Galería rodea todo el falansterio.

______________________

A media noche del fatídico 19 de julio fue totalmente incendiada esta fastuosísima iglesia, que artísticamente parecía reflejar el abigarrado bullicio y movimiento de Las Ramblas que se estrella contra sus muros exteriores. Quedaron sólo en pie los muros; lo demás ha desaparecido para siempre. El barroco es quizás el único estilo que tiene una sola vida.

 

La topografía del falansterio delimita un lugar original, que es más o menos el de los palacios, monasterios, mansiones y grandes “conjuntos”, en los que se confunde una organización del edificio y una organización del territorio, de modo que –visión completamente moderna– la arquitectura y el urbanismo se disuelvan uno y otro en beneficio de una ciencia general del lugar humano, cuyo carácter primordial ya no es la protección sino la circulación.

______________________

Estas escenas de los barrios extremos se reproducen en los lugares próximos a los sitios en que se riñe la batalla. A las once de la mañana, cuando todavía es intensísimo el fuego en los dos puntos extremos del eje Atarazanas-Plaza de Cataluña, arde la iglesia de Belén, situada en la rambla de los Estudios. Terminada completamente el año 1732 por el P.Marimón, S.J., constituía un magnífico ejemplar del barroquismo en boga en el siglo XVII. En 1767 fue cerrada al culto debido al decreto de expulsión de los jesuitas, a los cuales pertenecía el edificio. Formaba parte del antiguo colegio de los Padres Jesuitas, hasta que en el año 1835 fue convertida en iglesia parroquial.

 

Volvemos a encontrar aquí la brusca torsión del sintagma, el anacoluto, la metonimia audaz donde reside el “encanto” de Fourier. El número es exaltante, es un operador de gloria, como el número triangular de la Trinidad en estilo jesuítico, no porque agrande sino porque multiplica. Inscrita dentro de la historia del signo, la construcción fourierista sienta las bases de una semántica barroca, es decir, abierta a la proliferación del significante: infinita y no obstante estructurada.

______________________

Nada nuevo se mostraba, como pudiera creer cualquier revolucionario iluso, sino todo lo que de antiguo había ido fermentando, pudriéndose en el fondo y los recovecos de la bella ciudad. Más que revolución era supuración, descomposición interna que revienta afuera; estallido de todo el pus que hemos visto formarse, año tras año, en las páginas de esta historia.

 

O más bien: en el carrusel del significante, nadie puede decir qué vino antes: ¿el gusto de Fourier (¿por el azúcar, negación de todo lo conflictivo? ¿por la mezcla de frutas? ¿por el alimento cocido, transformado en sustancia semilíquida?) o la exaltación de una forma pura, la compota-compuesta, la combinatoria?

______________________

A las pocas horas de comenzado el alzamiento de la guarnición empieza la quema de los templos de Barcelona, mucho antes, desde luego, de que se decida la lucha y de que el general Goded caiga prisionero. La propaganda marxista ha tenido especial interés en presentar dicha quema como castigo infligido por el populacho a la Iglesia por la participación activa de sacerdotes y religiosos en la batalla desde los conventos y los templos. El día 21 de julio, el periódico Treball lanza ya la amañada especie: ”Al atardecer, grupos de las fuerzas populares se aperciben de que son tiroteados desde algunas iglesias y conventos. En el primer momento se abstuvieron de contestar, pero al difundirse la noticia se produjo una indignación tan grande entre el pueblo, que al poco tiempo quemaba numerosas iglesias y conventos”.

 

La inclinación natural de los niños por la suciedad sirve para aliviar y unir más la serie. Dios puso a los niños esos extraños gustos por ejecutar las tareas más repugnantes. Si hay que sembrar el campo de estiércol, los jóvenes y las personas adultas hallarán desagradable la faena, pero los niños se entregaran a ella con más entusiasmo que a un trabajo limpio.

______________________

Tanto el interior como el exterior recrean una opulencia artística poco frecuente en nuestro país. El incendio, alimentado por los exuberantes retablos, órgano y tribunas, fue implacable, destruyéndolo todo, sin respetar la misma bóveda. Posteriormente, en el año 1940, cuando ya se habían puesto en marcha las obras de restauración, se derrumbaron las tribunas y la capilla del lado de la Epístola. Catorce fueron los retablos quemados y el número de imágenes destruidas fue de 49, todas ellas de gran valor… La capilla de San Ignacio, espléndido ejemplo del barroquismo catalán, con la imagen del rapto del santo, fue destruida… Un gran lienzo que representaba el martirio de santa Cristina afligida por la punción de decenas de saetas sobre la carne torturada y desnuda de su cuerpo, fue agujereada con picos y bayonetas… Un terno blanco con flores de relieve de terciopelo sobre fondo de llama de oro que era muy interesante y también fue devorado por las llamas…

 

Toda pasión sofocada produce su contrapasión, que tan maligna como benigna habría sido la pasión natural. Lo mismo vale para las manías. Ofrezcamos un ejemplo de su sofocación: Lady Strogonoff, una princesa moscovita, al ver que se hacía vieja, se volvió celosa de la belleza de una de sus jóvenes esclavas. Así, la hizo torturar, y ella misma colaboró en la tortura clavándole alfileres en la carne. ¿Cuál era el verdadero motivo que se ocultaba tras estas crueldades? ¿Eran realmente los celos? No. Sin saberlo, esta mujer estaba enamorada de la bella esclava en cuya tortura tomó parte. Si alguien le hubiera sugerido esta idea a Madame Strogonoff y apañado una reconciliación entre ellas y su víctima, sin duda se habrían vuelto amigas apasionadas. Pero en vez de pensar en ello, la princesa cayó en la contrapasión subversiva. Persiguió a la persona misma que deseaba acariciar, y su furor fue tanto mayor cuanto su sofocación procedía de un prejuicio que, al ocultar el verdadero objeto de la pasión de esa dama, no le dejo ni siquiera la posibilidad de un desarrollo ideal. Una sofocación violenta, que es la naturaleza de todas las privaciones forzadas, conduce a tales furias. Otras personas han realizado en un sentido colectivo las atrocidades que Madame Strogonoff practicara individualmente. Nerón amaba las crueldades colectivas o su aplicación general. Ignacio hizo de ellas un sistema religioso y Sade un sistema moral. Este gusto por las atrocidades no es más que una contrapasión, el efecto de una sofocación de pasiones.

______________________

En la Barcelona de las primeras décadas del siglo XX, el destronamiento acompañado de golpes e injurias de lo sagrado ponía el acento no en la ascensión, sino en la caída. Pero este rebajamiento y esta humillación de lo sacramentado no eran esencialmente distintos de los que constituían el culto idolátrico que se aspiraba a borrar de la faz de la tierra. Ni tan sólo eran permutaciones de la jerarquía divina que los carnavales y otros ritos de inversión simbólica preludiasen. La entraña misma e la religión aborrecida ya era así. Cada procesión, cada romería. Cada fiesta patronal eran ya un descenso a los infiernos. La ira contra los templos y las imágenes no trastocaba su elocuencia expresiva, sino que más bien exageraba su patetismo hasta el espanto. Las mofas parodiaban lo que ya era pura parodia. Las cosas destruidas insinuaban ya las más pavorosas devastaciones. No había negaciones de un orden sagrado, sino intensificaciones de una negación sin contrapartidas. Los iconoclastas degradaban despojos, incendiaban incendios, desfiguraban monstruos.

 

En el estado de Harmonía [1], las pasiones claramente destructivas no se subliman, sino que son simplemente canalizadas y usadas de manera saludable, combinándose apropiadamente con otras. El empleo de Fourier de las pandillas de jovenzuelos que gustan de revolcarse en la suciedad es un ejemplo clásico de esta técnica; solucionando el problema de la limpieza, contribuyen al funcionamiento de Harmonía. Más aún, Fourier, el eterno contable, precisa que éstos son agentes económicos aunque sólo se les pague con fumées de gloire (remitiendo a la palabra fumier: porquerías, estiércol).

______________________

Estas escenas de los barrios extremos se reproducen en los lugares próximos a los sitios en que se riñe la batalla. A las once de la mañana, cuando toda­vía es intensísimo el fuego en los dos puntos extremos del eje Atarazanas ­plaza de Cataluña, arde la iglesia de Belén, situada en la rambla de los Estu­dios. Empezada a construir el año 1681 y terminada completamente el año 1732 por el P. Marimón, S. J., constituía un magnífico ejemplar del barroquismo en boga en el siglo XVII. Formaba parte del antiguo colegio de los Padres Jesuitas, hasta que en el año 1835 fue convertida en iglesia parroquial. En su fa­chada principal se admiraba el grupo escultórico central del Nacimiento, las estatuas de San Francisco de Borja y San Ignacio, situadas a los lados de la puerta principal y, sobre todo, la imagen de San Francisco Javier, existente en la misma esquina de la calle de Xuclá. La puerta de San Juan Bautista, de la fachada lateral, fue mandada construir en 1904 por el padre Garriga, párroco, y era reproducción de la antigua del Niño Jesús. En el interior, todas las mesas de los altares y las paredes del templo, hasta cierta altura, estaban revestidas de mármoles. Los altares y capillas sobre­salían por sus dorados riquísimos. Toda la ornamentación del techo de la suntuosa nave central era debida al célebre artista Pizzi, y las esculturas de los doce Apóstoles, que coronaban otras tantas columnas que rodeaban la nave, eran del escultor Talarn. La ima­gen yacente de San Ignacio, que se admiraba en la cripta, era del imaginero barcelonés Ramón Amadeu. Especialmente destacaban por su importancia y calidad las obras de Antonio Viladomat: un gran fresco representaba la Fe, la Esperanza y la Caridad, en la cúpula del altar dedicado a San Francisco Javier, más dos cuadros sobre temas de la vida del Santo. Otros seis grandes cuadros, inspirados en el Misterio de la Eucaristía, lucían en la capilla del Santí­simo Sacramento. Obra digna también de ser mencionada era un Angel lampadario del escultor Clarasó, que adornaba la imagen del Santo Cristo, de notable mérito artístico. Completaban este tesoro de arte los ornamentos y objetos del culto; entre ellos, una custodia que representaba la Estrella de Oriente y dos ternos de fines del siglo pasado. Su órgano era el primer órgano eléctrico instalado en Barcelona. El relicario del templo contaba, entre otras reliquias, los huesos de San Fructuoso y el cráneo de Santa Gertrudis. Después del incendio y el saqueo, el interior de la iglesia de Belén quedó convertido en un montón enorme de ruinas. El techo se derrumbó con gran estrépito y aun fachadas, que se mantuvieron en pie, sufrieron grandes deterioros. Las turbas asesinaron en la sacristía al sacerdote don José Palau.

 

Este placer fourierista es cómodo, se divide: aislado problemas de la confusión heteróclita de las causas, actos, valores, protocolos, hábitos, coartadas, siempre presenta en su pureza soberana: la manía (la del rascat­alones, el comeinmundicias, el anciano bebé sentimental) sólo se percibe gracias al placer que procura a compañeros y este placer nunca se carga con otras imágenes (ridículos, inconvenientes, dificultades); es decir no está atado por ninguna metonimia: el placer es lo que es, nada más. La ceremonia, emblemática de esta delimitación de esencias es la orgía de museo: consiste en una exposición sencilla de lo deseable… Éste es el placer único y triunfante, que reina sobre todo. El placer no tiene medida, no está sometido a cuantificación, su ser es la demasía…es la medida de sí mismo: el “sentimiento” depende del placer: “La privación de la sensualidad necesaria degrada el sentimiento”, y “la ple­na satisfacción de lo material es el único medio de ele­var el sentimiento»: contrafreudismo: el “sentimiento” no es la transformación sublimadora de una carencia sino por el contrario la efusión pánica de una culminación. El placer somete a la Muerte (en la otra vida los placeres serán sensuales), es el Aglutinador, el que hace realidad la solidaridad de los vivos y de los muertos (la felicidad de los difuntos empieza con la de los vivos, pues los unos deben, en cierta forma, esperar a los otros: no habrá muertos felices mientras en la tierra no lo sean los vivos: imagen de una generosidad, de una “caridad» que ninguna escatología religiosa ha tenido la audacia de reivindicar). El placer es el principio perenne de la orga­nización social: o bien, negativamente, induce a conde­nar a cualquier sociedad, incluso progresista, que lo olvide (como la experiencia de Owen en New-Lamarck, denunciada como “demasiado severa” porque los socios van descalzos), o bien, positivamente, los placeres se declaran cuestión de Estado (los placeres, y no los es­parcimientos: es lo que separa –felizmente– la armo­nía fourierista del Estado moderno, en el que la piadosa organización del esparcimiento va unida a la censura despiadada de los placeres); el placer es pues un cálcu­lo, operación que es para Fourier la forma más elevada de organización y de control social; este cálculo es el de toda la teoría societaria, cuya práctica es transformar el trabajo en placer (y no suspender el trabajo en benefi­cio del ocio): la barrera que separa en Civilización el trabajo del placer desaparece, hay un hundimiento paradigmático, transformación filosofal de lo inmundo en atractivo… y el propio placer se convierte en valor de cambio, ya que Armonía reconoce y honra, con el nombre de Angelicato, la prostitución colectiva: es como la mónada, energética que garantiza en su reactivación y su extensión el movimiento societario… Como el placer es el Único, revelar el placer es una carga única en sí: Fourier está solo contra todos (en par­ticular contra todos los Filósofos, contra todas las Biblio­tecas), solo, tiene razón, y esta razón es en sí lo único deseable: “¿No es deseable que tenga razón contra todos?” De que sea el Único viene el carácter incendiario del placer: hablar de él quema, atrapa, aterra: ¡cuántas declaraciones sobre el estupor mortal que aportara la revelación demasiado brusca del placer!

______________________

Ardió también la biblioteca que los jesuitas habían depositado en la Iglesia de Belén que contenía, entre otras joyas bibliográficas, la única edición manuscrita en España del Index de Libros Prohibidos por la curia romana.

 

Los escritos de Fourier fueron incluidos por la iglesia católica en el Index Librorum Prohibitorum es una lista de aquellas publicaciones que la Iglesia Católica catalogó como libros perniciosos para la fe. El propósito de esta lista era prevenir la lectura de libros o trabajos inmorales que contuvieran errores teológicos o morales y prevenir la corrupción de los fieles.