Almadraba
Agosto de 1936-Enero de 1940. En 1936 fueron quemados y destruidos la iglesia y el convento, junto con los bienes muebles que albergaban en su interior, así como su magnífica biblioteca. El primitivo convento fue destruido en la Guerra Civil, y ahora el palacio, reconstruido, acoge a la comunidad franciscana. Convento de Santa Catalina del Monte. La Alberca. Murcia. Consejería de Cultura y Turismo. Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. Museo de Bellas Artes de Murcia.
Verano de 1997-Invierno de 1998. Imagen del Castillo de Alcazarquivir, Marruecos. Una visión general del proyecto multidisciplinar Almadraba, comisariado por Corinne Diserens y por Mar Villaespesa. Las obras que crearon los artistas están documentadas en el catálogo. Producido por BNV. Patrocinado por la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras con la colaboración de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía. Editado por Carta de Ajuste-BNV producciones/Carta Blanca, Sevilla.
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El Convento había sido tomado por la plebe y abundaban los de las siglas: CNT, UGT, etc. Nadie estaba dispuesto a tomarse muchas etiquetas y actuaron como se esperaba: nada más empezaron los conflictos entre ellos la tomaron con el edificio. En tromba subían por las escaleras del monasterio y entre degollar santos y arrastrar bonetes y casullas, comenzaron las primeras hogueras. Todo el edificio se vino abajo, quedó como en plano, pudiéndose andar por las marcas primitivas de los que fueron muros y paredes. Pasado el terror del primer momento y dándose cuenta la gente de que las tropas eran reclamadas en algún otro lugar, los hijos y hacedores de aquél desastre emprendieron camino hacia la capital. Unos aparecían como fugitivos, temerosos de que alguien les delatara, incluso arrepentidos de lo que habían hecho en su propia población. Otros, los más, viendo pasar el tiempo y la clemencia sobre sus actos, decidieron volver al pueblo y, de vez en cuando, ir a robar entre las ruinas del convento, el marco de una puerta o ventana que parecía iban a necesitar…
El Estrecho, visto tanto como espacio híbrido como Zona Temporal Autónoma, ha sido, y es, el escenario donde se están encontrando un grupo de artistas plásticos que indagan en los “espacios de conflicto”, trazando un cruce de redes en el espacio y en el tiempo; claman por permeabilizar el espacio límite de la frontera y se resisten a las cartografías oficiales haciendo del Estrecho un espacio osmótico a la vez que ámbito de creación. Dibujan otros “mapas” o filman otras líneas y cotas para tratar de desentrañar los intereses que configuran fenómenos, entre otros, como el de la inmigración. Parten del contexto que motiva y genera las obras, además del discurso cultural que analiza nuestra realidad discontinua plagada de fenómenos como los que protagonizan los desplazamientos demográficos que están ocurriendo en el planeta, con la consiguiente emigración y el nuevo estado de miles de ciudadanos -el de refugiado, exiliado, fugitivo…-.