Abdelhafid Khatib
Diciembre de 1936. La antigua catedral es destruida por los bombardeos diarios de la ciudad. O. Podgorieskaia. Fragmentos de un noticiero soviético. 297 m. de película. 2 m. de sonorización. Con planos de la ciudad y el puerto de Cartagena, iglesias incautadas, marinero por la calle, construcción de fortificaciones, edificios en ruinas, refugiados en cuevas de las montañas cercanas. Estudios de Moscú de la Soiuzkinochronica. Sobre los sucesos de España. K Sobitiyam V Ispanii nº 16.
Diciembre de 1958. Intento de descripción psicogeográfica de Les Halles. Addelhafid Khatib. Fragmentos de un trabajo de campo. Plano nº 1. Unidad de ambiente de Les Halles. Plano nº 2. Corrientes internas y comunicaciones exteriores de Les Halles. Con fragmentos de los filmes Traité de bave et d’Eternité y La Dialectique peut-elle casser des briques? Con cuestionario, enviar las respuestas a: Rue de la Montagne-Geneviève, París, 5ª. Internacional Situacionista. Nº 2.
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La guerra ha empezado y durará tres años con días fatídicos para Cartagena como aquel 25 de julio de 1936 en que la gente se echará a la calle para destruir el patrimonio religioso. Iglesias y la imaginería del siglo XVIII, aún de siglos anteriores, quedará reducida a cenizas. Cartagena será atacada con seguridad y dureza, sin embargo nadie es capaz de imaginar la dureza con que será atacada. Testigo mudo de esta masacre es la Antigua Catedral de Cartagena, primera iglesia de España, en ruinas por las bombas y aún no restaurada.
El letrismo alcanza la fama en 1950, cuando Khatib y varios acólitos de Isou irrumpen, el día de Pascuas, en la Catedral de Nôtre-Dame. Disfrazado de cura, Michel Mourre, un antiguo dominico, se mezcla entre la multitud de devotos y empieza a leer una carta que acusa a la Iglesia de estafa, de lacra de Occidente, y clama la muerte de Dios. El arresto policial, que salva a los provocadores del linchamiento, le da al movimiento una sulfurosa reputación en toda la Rive Gauche.
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Los continuados bombardeos sobre Cartagena –primero en la sublevación cantonalista que destruyó prácticamente la ciudad y después durante la guerra civil española– son el factor más importante para la transformación urbanística de la ciudad, tan importantes como su orografía y condición de puerto de mar. La guerra devasta ciudades como bien sabemos. Los futuristas la proclamaron la higiene del mundo y confiaron a esta un nuevo tipo de urbanismo. No se trataba de un simple juego. Cuando nos enfrentamos a los actuales problemas urbanísticos de la ciudad –la traza portuaria, el tráfico y la circulación, la red de comunicaciones, las islas de crecimiento, etc.– topamos siempre con las anomalías con que los distintos hechos de guerra han herido a la ciudad. Incluso cierta indolencia psicológica de los cartageneros a los grandes cambios y reformas de la ciudad tiene su origen en los terribles bombardeos que se han cometido en nuestra ciudad.
Los situacionistas se sienten capaces, con sus métodos actuales y los desarrollos previstos de estos métodos, no sólo remodelar el medio urbano, sino de cambiarlo casi a voluntad. Hasta hoy la falta de crédito, la poca ayuda que nos han prestado quienes, por otra parte, dicen estar interesados en todo lo que atañe al urbanismo, a la cultura y a la relación de ambos sobre la vida, apenas nos han permitido emprender una investigación muy reducida, casi como un juego personal. Pero lo que pretendemos es una intervención directa, efectiva, que nos lleve después de los estudios preliminares necesarios –y aquí la psicogeografía jugará un gran papel–, a instaurar ambientes nuevos, situacionistas, cuyos rasgos esenciales sean la corta duración y el cambio permanente.
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Tres bombardeos en el mes de octubre de 1936 no frenaron en Cartagena el ritmo frenético del puerto tanto en materia de cargas y descargas de mercancías como en lo tocante al material de guerra. Tampoco los cartageneros se marcharon de la ciudad en masa, aunque muchos suponían y con acierto, que lo de los bombardeos iría en aumento, en cantidad y ”calidad”. La Catedral vieja cada vez era más una ruina. Algunos sí se habían marchado al extenso Campo de Cartagena, otros a Mazarrón o al Mar Menor, pero casi todo el mundo permaneció en sus casas, y por supuesto en sus trabajos. Las autoridades habían hecho una valoración prioritaria en lo tocante a la necesidad de los refugios, pero muchos comenzaron a abrir o acondicionar cuevas y grutas en los montes y cabezos que jalonan la orografía cartagenera. Eran los refugios privados. El puerto comenzó noviembre con su actividad habitual en estas fechas bélicas y ello se ve en el cuadro de lo que podemos denominar visitas especiales con material de guerra. Tanto el semáforo de Galeras como el resumen de las baterías de la DCA citan los dos ataques de una forma muy escueta, sin poder precisar nada más de estas pequeñas incursiones. Tras ellas la plaza de Cartagena respiró tranquila durante veinte días, hasta que una mañana se produjo una pequeña y rápida visita de un único aparato que no bombardeó. Este avión y su vuelo fueron la primera operación realizada por una unidad que se acababa de formar dentro de la aviación del bando Nacional: la Legión Cóndor. Los aviones de reconocimiento utilizados por el A.88 fueron en principio los mono-motores Heinkel He.70, y los bombarderos del K.88 los trimotores Junkers Ju.52. La Legión Cóndor fue llegando poco a poco a España.
Según la teoría de las zonas urbanas concéntricas Les Halles forma parte de la zona de transición de París (deterioro social, desarraigo cultural, mezcla de población que hacen el medio cultural propicio al cambio). Es sabido que en el caso de Paris esta división concéntrica se complica con una oposición este-oeste entre los barrios predominantemente populares y los barrios burgueses, de negocios o residenciales. El corte se constituye al sur del Sena, en el boulevard Saint-Michel. Se encuentra ligeramente desviado hacia el oeste en el norte del Sena y pasa después por la calle Croix-des-Petits Champs, la calle Notre-Dame-des-Victoires y sus prolongaciones. En el límite oeste de Les Halles el ministerio de Finanzas, la Bolsa y la Bolsa de Comercio constituyen los tres vértices de un triangulo cuyo centro ocupa el Banco de Francia. Las instituciones concentradas en este espacio restringido forman, práctica y simbólicamente, un perímetro defensivo de los bellos barrios del capitalismo. El proyectado desplazamiento de Les Halles fuera de la ciudad traerá consigo un nuevo retroceso del Paris popular que una corriente continua rechaza desde hace cien años, como se sabe, a los suburbios.
Por el contrario, una solución orientada hacia una sociedad nueva obliga a conservar este espacio en el centro de Paris para manifestaciones de vida colectiva liberada. Habría que aprovechar el descenso de la actividad practica-alimentaria para estimular el desarrollo a gran escala de las tendencias al juego de construcción y al urbanismo móvil, aparecidos espontáneamente en “las aguas heladas del cálculo egoísta”. La primera medida arquitectónica seria, evidentemente, reemplazar los pabellones actuales por series autónomas de pequeños complejos arquitectónicos situacionistas. Entre estas nuevas arquitecturas y su contorno, que corresponde a las cuatro zonas que hemos considerado aquí, se deberían edificar laberintos perpetuamente cambiantes con la ayuda de objetos más adecuados que las cajas de frutas y legumbres que son el material de las únicas barricadas actuales.
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Queipo de Llano, desde su emisora de Radio en Sevilla, predijo los acontecimientos amenazando a la población civil y diciendo textualmente: ”Cartageneros os acordaréis de mi nombre, será tan duro el castigo que acabaréis corriendo conejos hacia vuestras madrigueras”, haciendo referencia a las cuevas que la población empezaba a adecuar.
Tras el embrutecimiento que la radio, la televisión, el cine y demás mantienen ahora, la extensión del ocio bajo otro régimen reclamara iniciativas más atrevidas. Si Les Halles de París han subsistido hasta el momento en que todos se planteen estos problemas habrá que intentar hacer un parque de atracciones para la atracción lúdica de los trabajadores.
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Entre todos debemos dar eco de éstos y otros hechos sucedidos en la guerra, muchas veces desconocidos para la mayoría, para que entre todos consigamos hacer frente al futuro conociendo el pasado y evitando la pura barbarie. Debemos romper los muros de nuestra memoria colectiva, muros que algunos desde un punto ideológico concreto, varado a la derecha, intentan imponer. Rompamos pues el silencio y hagamos frente al futuro teniendo en nuestras manos la verdad histórica. Abrimos pues, éste espacio histórico en el que se expondrán diferentes temas relacionados con la memoria colectiva de Murcia y del sureste peninsular.
Este estudio está inacabado en lo que respecta a diversos puntos fundamentales, y particularmente a la caracterización de los ambientes en las zonas sumariamente definidas. Es que nuestro colaborador ha sido víctima de las ordenanzas de la policía que, desde el mes de septiembre, prohíben la estancia en la calle a los africanos del norte a partir de las 21’30. Lo esencial del trabajo de A. Khatib concierne evidentemente al ambiente nocturno de Les halles. Después de dos arrestos y dos detenciones en los “Centros de Acogida”, tuvo que renunciar a proseguirlo. El presente político no puede abstraerse, como tampoco el futuro, de las consideraciones que induce sobre la propia psicogeografía.
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Cartagena roja se hacía cruel pesadilla en el pensamiento de los españoles cada vez que la recordaban. La fastuosa y exuberante ciudad, llena de tradición marinera, trataba en la historia de la revolución bolchevique española capítulos alucinantes de terror, y se nos aparecía a todos, desde los otros lugares de la zona roja o desde la zona nacional, como una gran mancha de sangre. Apenas si se conocían los hechos. Pero se intuían. Sabíamos que a partir de la orden terrible de Giral, que disculpaba los asesinatos de los jefes y oficiales de la Armada, y era a modo de una excitación velada para que continuasen. Sometidos a un régimen brutal, aquellos hombres dejan pasar la lenta procesión de los días, sin que ninguno de éstos les trajera una esperanza por remota que fuese. Cartagena se había convertido en una inmensa “cheka” donde caían a diario centenares de víctimas y los ejecutores se contaban por miles.
Mientras en Marruecos crece cada día la violencia entre la población urbana desarrollada y las tribus feudales utilizadas por Francia, no debe diferirse la acción de una minoría verdaderamente revolucionaria. Favoreciendo primero las reivindicaciones dinásticas del nacionalismo, esta minoría puede arrastrar ahora a la base del movimiento a una insurrección más seria, sin subordinar su intervención a una toma de conciencia de clase por parte del conjunto del proletariado marroquí. Esta toma de conciencia no jugará ningún papel histórico en la crisis que se opera. Hay que tratar de provocarla en el cumplimiento de la lucha que mantienen otras tendencias en otros planos (terroristas antifranceses y fanáticos religiosos). La guerra de la libertad se lleva a cabo a partir del desorden.